domingo, 25 de junio de 2017

SUEÑO



(sueño de una noche de verano)

En la noche más corta del año, también la más sonora y desde luego la más calurosa, he tenido un sueño. He soñado que todo se solucionaba. Pero lo he olvidado nada mas despertarme. Es lo que suele pasar con los sueños, se quedan en ese mundo paralelo en el que vivimos un tercio de nuestra vida. Ese otro territorio con su geografía, su urbanismo, sus habitantes ¿No tienen la sensación de que los escenarios se repiten, los espacios son  los mismos aunque las situaciones sean distintas? Yo sueño con una casa que conozco tan bien como la mía. Sé donde esta cada habitación, lo que hay detrás de las puertas, hasta donde llega el jardín de atrás que se confunde con un bosque. Es una casa amiga, aunque a veces me pasan allí cosas que no entiendo. También sueño con una ciudad. No se parece a ninguna otra. Es una ciudad que he inventado para mi y en la que me siento segura.
No sé porque me ha dado hoy por hablar de los sueños. Quizás porque es San Juan y anoche se celebró en Barcelona la verbena con todo su esplendor de petardos, castillos de fuegos, y hogueras. Todo muy controlado, todo reglamentado No, la ciudad en la que sueño no es Barcelona desde luego. Barcelona sigue siendo mi ciudad. No viviría en ningún otro sitio. Pero no es mérito suyo, es demérito de la mayor parte de ciudades que conozco, tanto si son más grandes (difíciles para vivir) como si son las pequeñas (sociedades controladoras). Pero Barcelona no se parece a mi ciudad soñada. En Barcelona hay demasiadas  reglas absurdas que dificultan la creatividad, la variedad de miradas y de comportamientos. Todas las terrazas (las pocas que van dejando) tienen que ser iguales. Los coches son apestados a los que hay que expulsar de la ciudad, aunque nadie se preocupe de que el transporte público funcione (el jueves fui a la parada del 45, uno de los autobuses que me trae a casa desde el centro, en la pantalla figuraba que iba a tardar ¡23 minutos!, me fui andando naturalmente). Se puede decir que la ciudad vela por mi salud y me hace caminar, pero no: la ciudad quiere que vaya en bicicleta y si no me gusta, no sé o me da miedo, te fastidias.
Esta semana ha saltado a los periódicos un tenebroso asunto de corrupción urbanística local y a pequeña escala. Un piso de la Barceloneta de 30 metros cuadrados  se alquilaba a turistas por 250 euros la noche. El que lo alquilaba era un inquilino, no el dueño, lo que convertía el negocio en un robo organizado. Los medios de comunicación se pusieron inmediatamente del lado de la dueña del piso. Pero yo me pregunto si el origen del problema no viene de más lejos. ¿Es lógico, y ético que ella cobrara 950 euros mensuales de alquiler por 30 metros cuadrados? La primera que especulaba era ella. Y esto me lleva a una segunda reflexión: si hay turistas dispuestos a pagar 250 euros por noche en 30 metros cuadrados, debe ser por algo. Sí, porque no hay hoteles en esta ciudad. Y la idea es que aun haya menos. Los hoteles darían trabajo a mucha gente, pagarían impuestos y ofrecerían un servicio que un apartamento de 30 metros no da. Acabar con la especulación en todo el espectro urbano y construir hoteles sería una buena solución para mejorar la ciudad.
Me he ido por las ramas en esta mañana de San Juan. Debe ser la resaca no de coca y cava, sino de un año agotador. Y no he hablado del procés. En mi ciudad, en mi casa de los sueños, el procés no existe. A lo mejor por eso me gusta dormir y soñar que estoy allí y no aquí.




(un águila preciosa que ha dibujado Ramon para mi)

Bueno y de cine, solo una película puedo recomendar. Entre otras cosas porque aun no he visto el estreno de la semana ese Wonder woman que es el primer blockbuster del verano. De todo lo que se estrena hoy, me gustaría destacar Hermanos del viento, de Gerardo Olivares. Es una docuficción en los Alpes. La historia es la de la amistad entre un niño y un águila. Los paisajes son espectaculares (y frescos), los animales magníficos. La historia previsible. Pero todo junto hace que sea un film que juega a los tópicos de superación y de supervivencia (comer y ser  comido, lucha por el territorio) pero con una lección final que me gusta mucho. Educar es dar las herramientas para tener criterio propio, para saber defenderte en el mundo sin necesidad de atacar a los demás. Educar  es querer y ser generoso para dar la libertad. Muchas veces se confunde educar con adoctrinar, educar con convertir en adeptos, fieles que siguen las ideas del jefe, sea el padre, sea el maestro, sea el jefe de la tribu o el president(e).Lukas, el niño, aprende a educar a Abel, el águila, para que pueda vivir en libertad en las montañas mientras él mismo aprende a vivir en libertad entre los suyos. Es muy bonita, de verdad.


sábado, 17 de junio de 2017

NOMBRES DE MUJER







María José (Cartas de la guerra)
Terrence Malick, Miguel Gomes, Francis Coppola y un poco escondido, Manoel de Olivera. Estos son los referentes declarados de esta película epistolar. Palabras mayores, nombres que obligan a mirarla con un cierto respeto y, porque no, alguna suspicacia. Cuando se invocan nombres como los de estos cuatro directores hay que tener cuidado. Pero el nombre de mujer que nos interesa aquí es el de María José. A ella dirige sus cartas desde la guerra el joven médico Antonio. El año es 1971, la guerra, la  última guerra colonial africana, la que Portugal mantuvo en Angola entre 1960 y 1974. Malick aparece en el uso de las dos voces en of que leen las cartas que Antonio envía a su mujer durante los años angoleños. Cartas llenas de amor, de poesía, de deseo, de aburrimiento y desesperación al mirar a su alrededor. Miguel Gomes está presente en el blanco y negro con el que filma ese África tan poco aventurera, tan banal, tan monótona. Angola, donde rodaron durante cuatro interminables semanas, es un paisaje hermoso en su desnudez de exotismo. Coppola, su referencia es mas de ideas que de imágenes. Antonio como Willard se adentra en el corazón de las tinieblas buscando una razón que justifique porqué está ahí. En cuanto a Oliveira… la guerra de Angola que provocó el final de la dictadura de Salazar, no ha tenido reflejo en el cine portugués, es una asignatura pendiente. Con una excepción: el fragmento angoleño de la estupenda No, o la vana gloria de mandar. Me olvidaba decir que está basada en el libro Cartas de la guerra (Correspondencia desde Angola), de António Lobo Antunes.



(Eleanor Coppola en una foto reciente)

Eleanor  Coppola (París puede esperar)
Era cuestión de tiempo que Eleanor Coppola se tomara una dulce venganza contra su famoso marido.  Mas de cincuenta años al lado de una personalidad como Coppola, aguantando el tipo frente a toda clase de huracanes físicos y emocionales, merecían un regalo. Y el regalo se lo ha hecho Eleanor a si misma con esta película feliz, luminosa, que huele a lavanda y circula plácidamente como el río Ródano donde ambienta un delicioso picnic. París puede esperar tranquilamente a que Diane Lane, alter ego de Eleanor, llegue después de un viaje por el tranquilo campo francés. Saltando de restaurante en restaurante, de hotel en hotel, de postal en postal. ¡Qué importa! Lo que importa es ese viaje sin prisas de una pareja que no tiene ninguna otra relación que la de disfrutar de su propia compañía, flirtear tontamente, comer, beber y hacer fotos, muchas fotos. Estoy segura que cuando todos llegaron a París, en la ficción y en la realidad, tenían varios kilos de más y sobre todo tenían la memoria de un viaje inolvidable. Justa venganza contra el Gran Señor, ausente y desamparado con sus calcetines cambiados. Una advertencia, si buscan algo mas, no vayan. Esta película es un divertimento ligero, snob, de ricos sin complejos. No hay ninguna pretensión reivindicativa, ni cinematográfica. Tan solo el placer de cruzar un país civilizado y hermoso. Altamente recomendable para los que disfrutan viajando por delegación.   



(arquitectura en Berlín)
Julia (Julia Ist)
Cuando vi Julia Ist en el festival D’A escribí un texto que recupero ahora que la película se estrena en salas. No se la dejen perder.
Las amigas de Ágata, proyecto colectivo de un grupo de estudiantes (chicas) de la Universitat Pompeu Fabra, ya dejaba ver que había ahí mucho talento en proceso de formación. Elena Martí era la Ágata del título, y es ella también la protagonista de su primera película como directora, Julia Ist. Ella es Julia, ella es Elena. Julia se pone delante de la cámara y expresa sus dudas sobre qué hacer con su vida. Ha decidió irse a Berlín con un Erasmus, pero eso significa romper con su confortable mundo barcelonés. Julia descubrirá en Berlín una ciudad donde sus ideas sobre urbanismo se consolidan y toman cuerpo y descubrirá también que no es necesario quedarse en un sitio para que su influencia te dure toda la vida. Quizás si Julia se quedara en Berlín no llegaría a hacer lo que seguramente hará en Barcelona al volver. Elena está detrás de la cámara y ella no duda. En ningún momento. O al menos eso parece por la seguridad que demuestra en todo. No parece una primera película, y sin embargo lo es. Y lo es en su frescura y su falta de pretensiones, y en la ligereza con la que se acerca a un tema tan importante como: ¿Qué hago con mi vida?  Le agradezco mucho a Julia y a Elena que no hayan caído en el discurso del que se tiene que ir fuera. Julia se va a Berlín a aprender, Elena se va a Alemania a aprender. De eso trata el irse fuera. No solo de tener un trabajo. Una pregunta me rondaba la cabeza al salir de la proyección. ¿Por qué no la seleccionaron en el Festival de Berlín? Quizás por eso mismo. Porque no habla de la crisis directamente, porque no es abiertamente política”.


(mi hermana Flora)
Chavela (Chavela)
Chavela es Chavela Vargas. Una mujer tan poco ejemplar como excepcional. La mejor cantante mexicana de los últimos treinta años. Chavela es un documental sobre ella, mejor dicho, con ella. Una larga entrevista realizada en 1991, cuando tenía 71 años, había dejado de beber y había empezado a cantar de nuevo, es el punto de partida de este film que se mueve hacia delante y hacia atrás de esa fecha clave. Los que conozcan sus canciones disfrutaran con su historia, los que no las conozcan, aprovechen para ponerse al día con su música. Pero para mi, esta mirada sobre Chavela Vargas ha significado algo más. Me ha traído a la memoria el México de mi infancia, pero sobre todo, me ha recordado a mi hermana Flora. Flora murió el año pasado a la edad en que Chavela resurgía de las cenizas, 72 años. Mi hermana era una mujer excepcional en muchos sentidos. No como Chavela, pero si en otros. Viendo el documental, pensaba que en algunas de esas actuaciones de Chavela que se utilizan en la película, quizás estaba mi hermana, o algunos de sus tres hijos. Las canciones en la voz desgarrada de Chavela Vargas me han provocado un profundo sentimiento de ausencia.



sábado, 10 de junio de 2017

DISCURSOS

Esta semana sigue sin haber películas que me entusiasmen. En cambio la realidad ha sido bastante peliculera, si me permiten la expresión. He encontrado dos discursos en el cine que podían ser dos discursos en la realidad. Por eso , cualquier parecido con la realidad NO es casualidad.
(he utilizado fragmentos de dos dibujos de Ramon que demuestran hacia donde nos conducen entre todos)




1
Sir George Wheeler, el jefe de filas conservador en el Parlamento Británico, que acaba siendo un topo soviético en El hombre de Mackintosh, John Huston, 1973

“El Dr Johnson dijo que el patriotismo era el último refugio del sin vergüenza. Si eso es verdad, tienen ante ustedes a un canalla. Al descubierto y avergonzado.
Solo que para mí, el patriotismo, no es un refugio sino una posición ventajosa que defiendo y de la que me enorgullezco. Siempre, a lo largo de los 25 años que soy miembro del Parlamento, esa ha sido siempre mi primera prioridad. Mi gran prioridad, mi primer esfuerzo y deber, y a mucha honra
Nuestra nación ha resistido envites extranjeros durante siglos, pero hoy nos enfrentamos a un enemigo más sutil y potencialmente mucho más peligroso. Me refiero a nuestra complacencia, permisividad, y con demasiada frecuencia, entusiasmo para renunciar a esos valores por cuya salvaguardia muchos hombres dieron la vida. Debemos luchar amigos míos, debemos luchar contra todos los que quieren socavar nuestra calidad de vida británica, ya sean pistoleros callejeros, elementos subversivos extranjeros o hombres débiles de nuestra propia clase política.”




2
Frank Underwood en la tercera temporada de House of cards, cuando hace un discurso a la nación. El cínico y ambicioso Underwood afirma que no se presentará a las elecciones y por eso puede llevar el país a la ruina diciéndoles la verdad. La verdad es que les miente y si se presenta a las elecciones.

“Durante demasiado tiempo, en Washington les hemos estado mintiendo. Decimos que estamos aquí para servirles, cuando en realidad nos servimos a nosotros mismos. ¿Y por qué? Estamos motivados por nuestro propio deseo de ser reelegidos. Nuestra necesidad de permanecer en el poder eclipsa nuestra tarea de gobernar. Pero eso acabará esta noche. Esta noche, les diré la verdad.
Y la verdad es esta: el Sueño Americano les ha fallado. ¿Trabajar duro? ¿Seguir las normas? Eso no les garantiza el éxito. Sus hijos no tendrán una vida mejor que la suya, Diez millones de ustedes ni siquiera tienen trabajo, aunque lo deseen desesperadamente. Nos han perjudicado la Seguridad Social, Medicare, Medicaid, el bienestar, los derechos sociales. Y esa es la raíz del problema: los derechos sociales.
Voy a ser muy claro: no tienen derecho a nada. No tienen derecho a nada.
Estados Unidos se construyó sobre el espíritu de la industria. Ustedes construyen su futuro. Nadie se lo da. Y el problema con Washington es que no les hemos dado las herramientas necesarias para construirlo. La única forma que tenemos de servirles, es dándoles los medios para servirse a ustedes mismos. Pues eso es exactamente lo que pretendo hacer. Nada de limosnas. Trabajos. Trabajos reales con salarios reales.
En pocas semanas, la dirección demócrata presentará un programa llamado América Trabaja. Su objetivo es simple: conseguir que los diez millones de estadounidenses que están en paro puedan trabajar. Todos ellos.
Si desean un trabajo, tendrán un trabajo. El coste es de quinientos mil millones de dólares. Ya sé que es mucho dinero. Para pagarlo, hay que replantear la Seguridad Social, la sanidad y las ayudas sociales desde cero. No podemos mantener el estado de bienestar tal como lo conocemos. No es una medida muy popular. Ningún candidato a la presidencia se atrevería a decir estas palabras. Todo asesor, consultor y miembro del gabinete suplicaría a un candidato presidencial que no las dijera.
Pero yo puedo hacerlo, porque no voy a presentar mi candidatura demócrata en 2016."

3
¿Y el cine? Mal gracias. Esta semana se estrenan dos películas que a priori eran interesantes y a posteriori han resultado decepcionantes.
American Pastoral reduce la  novela fundacional de Philip Roth a un insulso melodrama familiar.
El sueño de Gabrielle solo se salva por la voluntariosa interpretación de Marion Cotillard, capaz de brillar incluso en medio de una telenovela barata y de Álex Brendemühl que se consolida cada vez mas como el heredero de Paco Rabal en el cine europeo.

Hay otro estreno que promete y no decepciona. Se llama Testigo es la primera película de un joven director francés, Thomas Kruithof. Es un thriller político que bebe en el cine negro de Melville. Con un personaje que podría haber hecho Delon aunque François Cluzet, con su apariencia de hombre normal, es mucho más inquietante. El director demuestra que con un actor estupendo, una mesa, una máquina de escribir y un guión que hurga en las cloacas del estado, se puede hacer una película muy interesante. Y muy actual. ¿Quién nos garantiza que no hay un montón de Duvales escuchándolo todo en todas partes? El título original es La mecánica de la sombra y es eso precisamente lo que hacen estos guardianes de la seguridad nacional. Estar en la sombra y usar la mecánica para arrogarse la potestad de decidir que nos conviene o no a los pobres ciudadanos. “Yo dirijo un organismo de vigilancia y control que defiende los intereses de nuestro país”, afirma el malo de la película. Pero ¿quién decide cuales son los intereses del país? Buena pregunta, no creen.

sábado, 3 de junio de 2017

CANNES, FRANCIA

Esta semana se estrenan por lo menos diez películas.  Algunas no las  he visto y de las que he visto ninguna me gusta lo suficiente como para hablar de ella en este blog de gustos y de propuestas personales.
Así que he decidido hablar de un libro que estoy leyendo. Aun no lo he terminado, pero ya puedo comentarlo. Entre otras cosas porque está relacionado con la actualidad. O casi.



Se trata de Sélection officielle, Journal, de Thierry Frémaux, el todo poderoso delegado general del Festival de Cannes, que cerró las puertas de su 70 edición hace justo una semana.  El libro es un diario personal que comienza el 25 de mayo del 2015, primer día después del 68 Festival de Cannes y acaba el 22 de mayo del 2016, último día del 69 Festival de Cannes. Un año en la vida de un hombre que ES el festival.
El libro es apasionante en muchos sentidos. No solo por descubrir los entresijos de la organización del mas grande evento cinematográfico del mundo, sino por ver como se va construyendo una programación paso a paso con todos sus problemas y sus sorpresas.
Sélection officielle tiene un problema para un lector no francés: la abundancia de nombres vinculados al cine de su país que resultan completamente desconocidos para cualquiera que lo lea en otro lugar del planeta. Pero a pesar de eso, hay en sus páginas muchas referencias universales que lo convierten en una lección de historia y de actualidad.
Es cierto que se desprende de este Diario que el Festival tiene sus festivaleros, es decir sus directores favoritos, los “abonnés”, que no necesitan otra presentación  que la de haber hecho una película para estar ahí. Pero también es cierto que entre sus seleccionadores/visionadores, acaban por descubrir cada año algunos nombres nuevos que pasaran a engrosar las filas de los “abonnés”.
De la vida personal de Frémaux se habla poco en este libro. Sabemos que está casado, que tiene un hijo, Víctor (seguramente mas que no aparecen con nombre), que le gusta ir en bicicleta, es un hincha del Olympique de Lyon y adora a Bruce Springsteen. Vive en Lyon donde dirige con pasión el Institut Lumière. Para mi, que no sabía nada de él, descubrir que mantiene esta vinculación con Lyon y con el Instituto ha sido la más agradable sorpresa. Por lo que significa de respeto y cariño al lugar donde has nacido y vivido; por lo que significa de respeto y cariño al cine y sus orígenes sin el que difícilmente se podría mantener respeto y cariño al cine de ahora mismo.
Este Diario no es exactamente un libro sobre cine, ni tampoco sobre el Festival de Cannes. Es el relato de un año de vida con sus claros y sus oscuros, enmarcado en un espacio privilegiado. Leerlo me ha reconciliado un poco con Cannes y sus fastos; con Cannes y sus nefastos.



(me encanta este cartel, por eso lo pongo)

Creo que como final de esta entrada debería recordar un film del que no he hablado y que tanto tiene que ver con Frèmaux y con Lyon. Se trata de Las películas de mi vida, el precioso documental que Bertrand Tavernier dedica a recorrer el cine francés reivindicando muchos de esos directores que la Nouvelle Vague despreciaba y que, con el tiempo, han demostrado su valor y su importancia. Es un viaje sentimental, cinéfilo, personal y evocador hecho por un hombre que antes que director fue crítico y antes que crítico fue espectador. Alguien que, como Frèmaux, nunca ha dejado su vida en Lyon, ciudad a la que está profundamente vinculado.
Ver este film mientras se lee el libro de Thierry Frèmaux es como sumergirse en un mar de cine francés y universal. Uno y otro, por distintos motivos y razones, destilan eso que Tavernier llama La Decencia Ordinaria. Concepto que cada vez me gusta más.
Del documental me quedo con una frase: “Los directores  a veces piensan que con sus películas van a cambiar el curso de la historia. Pero yo prefiero pensar que si con ellas consigues cambiar la vida de dos personas, ya has hecho algo extraordinario.”
Del libro de Frèmaux me quedo con un párrafo que resume muy bien un sentimiento que compartimos los críticos de cine con los programadores de festivales y probablemente con todos los que se mueven en este mundo: “Si estoy aquí es porque me gustaba por encima de todo ver películas y leer libros. Pero ahora no puedo disfrutarlos normalmente. Este tipo de existencia dibuja sus propios límites. Es un clásico que conocen bien los cinéfilos: cuando empiezas a trabajar en el cine, vas mucho menos al cine (o mucho mas en el caso de los críticos). Entrar en una sala para pasar dos horas y olvidar tu vida, es algo que nunca podemos hacer. El trabajo es un placer, pero el placer se ha convertido en trabajo.”

(mi particular Palma de Barcelona para Frèmaux y Tavernier)