sábado, 27 de febrero de 2016

UN POCO DE OSCARS



(por razones que no vienen al caso, sigo sin ver ¡Ave, César!)

Así que esta semana voy a hablar de Oscars. No soy muy partidaria de las quinielas, ni me gustan especialmente los premios (ninguno). Pero dado que prácticamente todas las películas que entran en liza este año se han estrenado ya, voy a arriesgarme a decir lo mejor y lo  peor de cada una de ellas. Si puedo en versión twit.

BROOKLYN
Lo mejor: recuperar a  Saoirse Ronan en un personaje que podría haber hecho Kate Winslet.
Lo peor: le falta un poco de ambición en la puesta en escena.

LA GRAN APUESTA
Lo mejor: mostrar que en realidad la crisis se habría podido evitar si no hubiera habido tanto interesado en que no se solucionara.
Lo peor: el lenguaje especializado del mundo del dinero que a veces cuesta seguir.

LA HABITACIÓN
Lo mejor: la idea, el guión. Encerrar a una madre y su hijo/a en una habitación y que no se haga pesado ni aburrido, al contrario.
Lo peor: que el tono de la película baje cuando salen de la habitación.

MAD MAX. FURIA EN LA CARRETERA
Lo mejor: La puesta en escena, los escenarios (reales y falsos), Charlize Theron.
Lo peor: que no haya mucho más que eso.

MARTE
Lo mejor: el sentido del humor que sabe introducir notas irónicas en una situación crítica.
Lo peor: le falta épica en una historia que está pidiendo un poco más de heroísmo.

EL PUENTE DE LOS ESPÍAS
Lo mejor: La primera hora con el duelo interpretativo de Tom Hanks y  Mark Rylance.
Lo peor: se alarga un poco en la segunda parte.

SPOTLIGHT
Lo mejor: es la mejor película sobre periodistas que se ha hecho en mucho tiempo.
Lo peor: que se la recuerde mas por el tema religioso (pederastas en Boston) que por el periodístico.

EL RENACIDO
Lo mejor: devolver al cine el aliento de la aventura y la idea de la supervivencia y el equilibrio.
Lo peor: que haya despertado tantas suspicacias entre una determinada crítica.

No voy a caer en la absurda polémica de si hay o no hay actores negros entre los nominados. Hace mucho tiempo que pienso que lo que cuenta, sobre todo en nuestra sociedad donde las oportunidades son más o menos igual de buenas o de malas para todos, no hay porque seguir reivindicando a unos u a otros solo por su color o su sexo o lo que sea. Lo que hay que pedir es que se premie a los mejores. Y ahí, a veces, el Oscar y el Goya y el Gaudí y cualquier otro premio gremial, no siempre acierta.
Pero tampoco quiero caer en ese lugar común que dice que los premios solo reconocen el cine más comercial. Primero porque no es verdad; segundo porque no tengo nada en contra del cine comercial. Si lo tengo en contra del cine que se hace con fórmulas, sean para ganar dinero, sean para consolidar una cierta autoría que solo interesa al autor y sus acólitos. Creo en la obra bien hecha, en el trabajo de aprendizaje, en la variedad de opciones. Tanto en el cine como en la vida “Deberíamos estar preparados para cambiar nuestros puntos de vista en cualquier momento, desprendernos de prejuicios y vivir con una mente abierta y receptiva. Un marinero que siempre larga las mismas velas, sin cambiarlas cuando el viento cambia, jamás llegará  a puerto.” Son palabras de Tolstoi al que últimamente recurro mucho.
¿Cómo he acabado en Tolstoi cuando hablaba de los premios Oscar? Pues no lo sé. Pero eso es también lo interesante de escribir: dejarse llevar por el relato.


sábado, 20 de febrero de 2016

UN LIBRO, UNA PELI, UN GOL

Antes que nada. No he visto ¡Ave César! de los Coen, así que no puedo hablar de ella todavía. Eso no quiere decir que no haya cosas a comentar.



Por ejemplo, un libro.
Me gusta leer libros de amigos. Me gusta reencontrarme con su voz y su vida en las páginas de los libros que escriben. Pero aún me gusta más darme cuenta de que el libro que estoy leyendo, al margen de ser de un amigo, es francamente bueno. Y este lo es. El último mono, de Lluis Maria Todó, ha provocado varios equívocos en las críticas y comentarios. Equívocos que el  título ambiguo invoca queriendo. ¿Qué es el último mono? El de la drogodependencia de un hijo, sin duda, pero también una manera de definir el trabajo como traductor del protagonista, el último mono en la cadena de la escritura. Todó no hace un libro autobiográfico de sí mismo, escribe un libro autobiográfico de una generación que empezó a construir una red de relaciones familiares y de amistad muy distintas a las establecidas. Leer este libro me ha permitido recordar tiempos comunes y vivencias parecidas en una Barcelona que ya no existe, la del patio de la  Facultad de Letras a finales de los sesenta, la del Jazz Colon y el Barrio Chino, la del descubrimiento de distintas sexualidades. Pero sobre todo, me ha gustado el libro por lo que tiene de engarce del presente y el pasado sin nostalgias ni falsos recuerdos. Un engarce que funciona muy bien, que, se podría decir, está muy bien traducido. Y ese, como me hizo ver Ramon Herreros que leyó el libro antes que yo, es el tema mas interesante de este entretenido e importante libro: la traducción del pensamiento propio, en palabras, la traducción de las palabras de otro en palabras de uno, la traducción como elemento fundamental para entender  las relaciones. Y lo mejor, con una escritura fluida, sencilla (no simple), llena de ironía y con un final feliz. Porque Todó se permite el lujo de acabar con un nuevo engarce entre el presente y el futuro. Se podría decir que el libro hace suyo el pensamiento del Talmud: El pasado no existe. El futuro no ha empezado. El presente es un punto infinitesimal en el tiempo, en el cual se encuentra el pasado ya no existente con el futuro inminente.



(fotografía de Richard Evans)
Por ejemplo, una película
Hay películas que tienen la cualidad de despertar en mí el deseo de saber cosas. No solo me gustan, me entretienen o me hacen pensar. Sobre todo me estimulan a usar Internet, esa herramienta que es un regalo si se sabe utilizar bien, para descubrir por ejemplo la figura de Theodor Koch-Grünberg, un explorador y antropólogo alemán que en los años veinte del siglo pasado se adentró en la Amazonía colombiana buscando pueblos y culturas desconocidas. “Los europeos somos los que menos derecho tenemos a llamar a otro pueblo “salvaje”, sobre todo después de esta guerra”, escribió en 1922 en su libro Del Roraima al Orinoco, donde contaba sus experiencias en este paraíso perdido, buscando una planta sagrada, la yakruna. El abrazo de la serpiente, precioso film en blanco y negro de Ciro Guerra, cuenta este viaje y su encuentro con un chamán llamado Karamakate. Pero la película va un poco más allá y alterna este episodio con otro momento fundamental, el del mismo chamán, envejecido y convertido en un chullachaqui, un hombre vacío y sin recuerdos ni memoria, al que el botánico americano Richard Evans encuentra en 1941 y con el que emprende la misma búsqueda  de la planta sagrada. Visualmente el film se inspira directamente en las fotos y las películas, hay una de 1911 muy curiosa, de los dos exploradores. La historia, la reconstruye a partir de los diarios de ambos científicos. El resultado es una película fascinante precisamente por su belleza y en especial porque no juega a la trascendencia ni a la lección etnológica. A Herzog y a Wenders les gustaría mucho, pero ni uno ni otro habrían podido darle ese tono de “cotidianidad” que Ciro Guerra, colombiano y conocedor de la Amazonía y sus gentes, consigue con total facilidad.
Dejo una serie de enlaces de grabaciones musicales de Koch realizadas en 1905 y 1907 en la Amazonía y la película que se conserva de 1911.


También un enlace para ver un extracto de La Amazonía perdida, el viaje fotográfico del legendario botánico Richard Evans Schultes.


Disfrútenlos y vean El abrazo de la serpiente que, por cierto, puede ganar un Oscar a la Mejor Película en Habla no Inglesa el próximo domingo.



Por ejemplo, un gol

El que compusieron como una gran pieza de arte mayor, Messi, Suárez y Neymar el domingo 14 de febrero. Si hablo de este gol, este penalti inesperado y magnífico es porque quiero reivindicar, y no solo en el fútbol, la capacidad de sorprender, de salirse del guión, de romper rutinas establecidas, normas que se siguen porque siempre se ha hecho así. Lo que me gusta de esta jugada es lo que tiene de innovar, de crear algo nuevo a partir de lo ya conocido. Me parece fundamental esa  capacidad. Y me gustaría verla, descubrirla y disfrutarla en otros campos de la vida. Por ejemplo en la política donde lo más fácil es seguir el guión ya escrito: las izquierdas haciendo de izquierdas, las derechas de derechas, los nacionalistas de nacionalistas. Me encantaría que alguien hiciera de Messi, Suárez y Neymar y pudiéramos ver un gol marcado a la vieja y acartonada política: la de la izquierda leninista (¿no han pasado ya muchos años y muchos fracaso para seguir diciendo las mismas cosas que sabemos que no funcionan?); la de la derecha inmovilista (¿no se han dado cuenta que el mundo ya no funciona con los esquemas mentales de hace sesenta años?) y la de los nacionalismos (¡el siglo XIX está ya muy lejos!). Me encantaría que de repente, los políticos nos dieran una sorpresa y pusieran en marcha un tridente que no se mirará en el pasado, sino en ese futuro que tenemos la obligación de construir. Y disfrutar. Como este gol extraordinario.

sábado, 13 de febrero de 2016

DE NAHID A CÁBALA CANÍBAL PASANDO POR...



Esta semana es más bien escasa en películas. Solo hay una que me parece necesario recomendar. Nahid, de la directora iraní Ida Panahandeh. Nahid forma parte de lo que se puede llamar el nuevo cine de Irán, una corriente que viene a renovar desde el realismo las aportaciones de Kiarostami, Makhmalbaf y Panahi. Un cine donde las mujeres, dentro y fuera de las historias, tienen una gran importancia. Hay muchas directoras de cine en Irán, mas de las que  el tremendo peso de la religión podría desear. Son mujeres que piensan,  actúan y deciden a pesar de la represión y el oscurantismo del fundamentalismo islámico. Son mujeres persas más que árabes. Nahid, la protagonista de esta historia, lucha por conservar la custodia de su hijo frente a un ex marido drogadicto e inútil, sin por ello tener que renunciar a vivir un nuevo amor y tener una nueva vida. No será fácil. Nahid podría ser la tercera parte de una trilogía  integrada por A propósito de Ely y Nader y Simir, una separación. Tres películas actuales que nos dejan ver una sociedad oprimida por las reglas de una religión mal entendida que, sin embargo, tiene la suficiente vitalidad para seguir viva bajo la manta de grisura y moralidad represiva.

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No es una película, pero si es de cine, la polvareda que ha levantado la protesta de los guionistas por no dejarlos aparecer en la alfombra roja de los Goya. La queja ha tenido repercusión porque los guionistas, aun estando muy mal considerados, no dejan de ser “conocidos”. Pero la habrían podido protagonizar igual los montadores, sonidistas, directores artísticos, directores de fotografía, etc… que nunca han contado en esa alfombra glamurosa donde solo caben las caras. No deja de ser un síntoma de uno de los grandes problemas eternos del cine, no solo el español. Parece que una película solo la hacen los actores y si se quiere un poquito el director. ¿Perdón?, el cine es un trabajo de equipo donde TODOS cuentan y en ese TODOS, el guionista es fundamental porque es su trabajo el que permitirá a TODOS los demás construir el suyo. La arrogancia del llamado cine de autor, donde los directores se empeñan en ser también guionistas porque así se creen que son más autores, es una de las causas de esta situación. En las escuelas de cine se debería insistir mucho en que no es necesario escribir el guión para ser un autor. Y que es mucho más inteligente trabajar con un profesional de la escritura que sabe muy bien lo que es un guión. Hitchcock nunca escribió un guión, ni Ford, ni Hawks, ni Spielberg. Los directores americanos más interesantes de los últimos años trabajan siempre con un guionista al lado porque saben que necesitan a un profesional que le dé cuerpo y vida a sus historias. Ya va siendo hora de que se les reconozca. Aunque no pisen la alfombra roja, que tampoco es nada tan excitante.

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Lo que sí es excitante es ser conscientes de la importancia de una noticia de la que se ha hablado mucho estos días, pero a la que no estoy segura se le ha dado todo el valor que merece: el descubrimiento de las ondas gravitacionales pronosticadas por Einstein hace cien años y que abren una puerta para adentrarse en los misterios del universo. Mucha gente piensa que dedicar dinero y tiempo a este tipo de investigaciones es un despilfarro cuando hay tantas cosas en nuestro planeta que funcionan mal y que son auténticas injusticias. Yo no. Yo creo que todo lo que sirva para ampliar la capacidad humana de entender el universo, todo lo que nos conduzca a la posibilidad de explorar otros mundos y descubrir otras realidades, es importantísimo para la humanidad. Entre otras cosas, porque estos avances, estas aventuras aparentemente abstractas, acaban por tener resultados muy positivos en la vida de todos. Si no hubiera astrónomos, matemáticos, químicos, físicos…, buscando y abriendo caminos, aun estaríamos en las cavernas. Por eso quiero recordar una película que sigue siendo única y magnífica: 2001, una odisea del espacio donde, como en tantas otras cosas, la imagen del espacio/tiempo que cierra el film en el viaje más allá del infinito, se parece y mucho a las que nos están mostrando ahora de estas ondas gravitatorias, auténticas olas de futuro que llegan a nuestra playa para invitarnos a lanzarnos al espacio.

* * *
Esta es una anotación solo para la gente de Barcelona o que vive cerca. 
El domingo 14 a las 18.30 en el CCCB se proyecta la película Cábala caníbal, de Daniel Villamediana. Es una experiencia mas que una película, por eso se pasa dentro del Xcéntric que el CCCB dedica a productos difíciles de clasificar. Hace tiempo, poco antes de presentar la película en el Festival de Sevilla, Daniel me mandó un link para verla. Entonces le contesté esto:

"…La verdad es que es un producto (no sé si es una película o habría que llamarla de otra manera) muy interesante. Y muy hermoso. Fascinante en las relaciones que se establecen entre las imágenes y con el texto que tú vas contando. Quizás es un poco disperso pero como tú mismo dices, en realidad es un laberinto que te lleva de un camino a otro casi sin darte cuenta. Hay cosas que he reconocido, por ejemplo el personaje de Moses de LeónLa cábala, la alquimia, son temas que me han interesado mucho desde hace muchísimos años y que he utilizado en mis novelas. Por eso me gusta tu film, porque hace uso de ese saber de una manera personal y propia. Me permito mandarte también una foto que he hecho esta mañana en mi ordenador. Es una especie de adenda a las imágenes que tú enseñas. Una ventana sobre otra ventana, una imagen que se abre a otra imagen.
No sé como la recibirán en Sevilla. Tampoco sé si un cine es el lugar ideal para verla. Pero seguro que en una pantalla grande tendrá una presencia impresionante.
Ojala les guste mucho.”

Daniel me contestó:

“Muchas gracias por tus palabras y por la foto ! Me alegra saber que tenemos intereses en común, aparte del cine. Si, la peli quizá donde mejor funcione sea justamente vista en un ordenador. Siempre lo he pensado. Es un film difícil, el más experimental que he hecho y el más personal, …”

Hoy tienen la posibilidad de verla en un cine. Si pueden, no se la pierdan.





sábado, 6 de febrero de 2016

CAROL Y EL RENACIDO


“Era la cara cuyo cansancio le había hecho imaginar todas las demás caras. Era la mujer a la que Therese había visto una tarde, hacia las seis y media, cuando los almacenes estaban casi vacíos, bajando pesadamente las escaleras de mármol desde el entresuelo, deslizando sus manos por la amplia balaustrada de mármol, intentando aliviar sus encallecidos pies de una parte del peso.” Es evidente que esta no es la descripción de Carol, la mujer que enamora a Therese y la hace sentirse viva. Esta es la descripción que hace Patricia Highsmith de la Señora Robichek con la que Therese entabla una extraña amistad casi en paralelo a descubrir a la fascinante Carol. ¿Por qué hablo de esta mujer? Porque en la excelente película de Todd Haynes ha desaparecido del todo. Y yo la echo en falta. La Señora Robichek es el contrapunto de Carol y la muestra de que Therese necesita encontrar no solo el amor, sino alguien en quien confiar. Claro que cuando se adapta una novela al cine, hay que renunciar a personajes y a historias que no sean esenciales. Lo entiendo y me parece lógico, pero en este caso, esta mujer cincuentona y envejecida era importante.  Eso no quita que Cate Blanchet sea una Carol sublime en su etérea belleza y en sus profundas miradas; ni que Rooney Mara sea una reencarnación de Audrey Hepburn en Una cara con ángel. Tampoco quita que Haynes, con la complicidad de Edward Lachman, el director de fotografía, consiga una atmósfera sedosa y tenue donde la Navidad es el triste fondo de una historia de amor complicada que acaba triunfando. Carol, la película, es absolutamente recomendable. Como lo es la novela juvenil de Patricia Highsmith. Si no la han leído, les sugiero ver primero la peli y leer después el libro. Disfrutarán mucho más de las dos cosas. La película por su belleza y su sensibilidad; el libro, porque leerlo con las imágenes de Blanchet y Mara en la cabeza es mucho mejor.


El renacido
La naturaleza es arrolladora. La naturaleza en su grandeza es algo que nos devuelve a un tiempo en que el mundo era joven, no contaminado, no alterado. Especialmente la naturaleza de las montañas nevadas, los ríos helados, los bosques llenos de peligros, donde la palabra desaparece bajo el sonido del silencio que produce el murmullo del agua, las hojas mecidas por el viento, la tormenta en el cielo, los animales. Ese silencio lleno de armonía es uno de los elementos fundamentales de El renacido. Como lo es la presencia de lo salvaje representado de varias formas. El oso, mejor dicho la osa, que defiende a sus crías de la amenaza que representa el hombre, el trampero Hugh Glass, en una de las secuencias más espectaculares del cine contemporáneo. El indio, mejor dicho los indios, considerados salvajes por esos hombres blancos que se creen superiores, incapaces de entender la conexión con el paisaje que tienen ellos de forma natural. El hombre, mejor dicho los hombres tanto los franceses con su violento dominio sobre la joven raptada, como el trampero Fitzgerald, un hombre sin moral, sin ética. Ética, esta es una palabra que me gusta aplicar a este impresionante film de González Iñárritu que puede provocar un cierto rechazo por su misticismo. La ética del hombre que renace, incluso físicamente cuando surge del vientre de un caballo muerto donde ha encontrado refugio y calor. Glass tiene un objetivo que le impulsa a sobrevivir a los más terribles accidentes, al frío, al miedo, a las heridas. Glass quiere vengarse por la muerte de su hijo Hawk, Pero sobre todo Glass quiere restituir el equilibrio que Fitzgerald ha roto. La osa cumple con su papel cuando le ataca; los indios se comportan de acuerdo a sus normas y reglas. Pero Fitzgerald no. Y Glass, es decir Leonardo DiCaprio, debe corregir esa anomalía para que la naturaleza siga su ritmo.
Se acusa a Iñárritu de grandilocuente, de místico de reader digest, pero yo creo que son esos momentos de ensoñación donde se pierde en una iglesia imposible en el oeste, recuerdo de una vida pasada en una Europa que quizás dejó no hace mucho tiempo el personaje del trampero, o cuando ve a su mujer flotando encima de él invitándole a elevarse, a dejar de luchar por la venganza o por la ética, los que demuestran que esta es una película del siglo XXI. En casi todas las críticas se compara este pre western con una película que adoro, Las aventuras de Jeremiah Johnson, donde también hay un hombre solo en medio de la montaña nevada, indios que viven en su entorno y un oso que tiene un papel importante. Pero la diferencia es que Jeremiah no está obligado a recuperar el equilibrio roto por la traición. Jeremiah busca curar su alma tras la decepción espantosa de la guerra civil americana y la encuentra en los parajes nevados y en la soledad. Jeremiah es una película del año 1972, como El hombre de una tierra salvaje, de Richard Sarafian, primera versión de la novela que da pie a El renacido. Tanto una como otra, son films que surgen en plena guerra de Vietnam, en pleno auge del movimiento hippie, en un momento en que la sociedad busca una salida a una realidad agobiante en la que ni la religión ni las ideologías son capaces de dar explicaciones. Por eso no son nada místicas, por eso no tienen nada de denuncia. El renacido, en cambio, necesita el asidero de una creencia, (ética y espiritual) que justifique la supervivencia de ese hombre herido.
Pero al margen de cualquier disquisición filosófica que todos ustedes se pueden ahorrar, lo mejor de todo es que este es un film extraordinariamente hermoso con una fotografía espectacular de Emmanuel Lubezki que te arrastra durante dos horas y media en una aventura como las de antes, las de mucho antes.


Anotación. Después de escribir este texto he visto en Facebook un video en el que se compara El renacido con el cine de Tarkowski. No solo no me parece una mala referencia sino que, al contrario de lo que se pretendía el video que era acusar a Iñárritu de “plagiar” al maestro ruso, comprobar que ha bebido en su cine para integrarlo en una aventura como esta me parece una lección de lo que debe ser la tradición: conocer los clásicos y utilizarlos en la creación de una obra nueva.

martes, 2 de febrero de 2016

RIVETTE



La primera vez que vi una película de Jacques Rivette fue en el Festival de Benalmadena. Debía ser el año 1973 o 1974. Recuerdo que nos quedamos clavados en la silla viendo Out One:Spectre, la versión de cuatro horas. Cuando empezamos a trabajar en la Filmoteca Nacional de España, Rivette fue uno de nuestros objetivos. Teníamos que revisar su cine, era imprescindible. La semana del 5 de junio de 1977 en que proyectamos en la calle Mercaders Noroit, Duelle, y Out One:Spectre, coincidía en la sala el Moses und Aron de Straub y el ciclo de Philippe Garrel. No es extraño que esa época se considere la auténtica universidad del cine para muchos cineastas.
Pero yo quiero hablar de Rivette. Rivette fue el más callado y tímido de los directores de la Nouvelle Vague. También el más importante (es una opinión personal) en la evolución de la revista Cahiers du Cinéma. La etapa Rivette/Rohmer, entre 1960 y 1968 es sin duda la mejor de toda la historia de la revista. Rivette, hacía cine, pero no era tan conocido como sus compañeros. Si Rohmer era el cronista, Rivette era el narrador; si Truffaut amaba las mujeres, Rivette amaba la vida; si Godard era el intelectual, Rivette era el humanista. Discreto en todo, sus primeras películas no daban mucho lugar a la polémica, Hasta que llegó Out One, Noli me tangere con sus casi 12 horas de cine/pensamiento. Rivette, a partir de ese momento, dejó de ser el “olvidado” de la NV y pasó a ocupar un lugar de honor en el cine europeo.
Céline et Julie vont en bateau fue un soplo de aire fresco; el díptico Duelle y Noroit una incursión en la aventura; Le pont du Nord, un documental de creación avant la lettre realizado con la complicidad de las dos Ogier, Bulle y Pascale; La banda de las cuatro, un divertido film de suspense y de teatro. El siguiente salto en su filmografía seria La Belle noiseuse en sus dos versiones, la larga y el Divertimento. La Belle noisesuse fue para mí un film revelación. Una de esas películas que de repente te comprometen, te implican, te increpan y a la que tienes que dar respuesta emocional. La vi en Cannes y escribí mucho de ella. En el otro blog cuelgo un artículo que publiqué en el El Observador en 1992 y que para mi sigue estando vigente. Rivette siguió haciendo películas interesantes, bonitas, profundas: las dos entregas de Juana de Arco, Alto, bajo, frágil, Vete a saber, la última, la inclasificable El último verano.
En el año 2003, Rivette vino al Festival de San Sebastián. Histoire de Marie et Julien concursaba en la Sección Oficial. Fue una de las experiencias más duras de mi vida profesional. El pase de prensa de la película, fue un desastre. La crítica la maltrató de una forma inaudita y demostró una enorme falta, no solo de cultura cinematográfica, sino de educación respecto a un cineasta con la trayectoria de Rivette. Fue muy difícil tratar de hacerles entender a él y a Emmanuelle Bèart, la protagonista, que no tenían que hacer caso de esa estúpida reacción. Rivette se marchó de San Sebastián muy dolido y yo me sentí muy avergonzada.
Rivette se ha muerto con la misma discreción con la que vivió. Como decía Guerín en facebook: “Godard se ha quedado solo”. Todos nos hemos quedado un poco solos.