jueves, 11 de junio de 2015

HABLAR, P'TIT QUINQUIN, PECES GATO

GOOGLE MAPS DE LOS SENTIMIENTOS


(google maps de Lavapiés)
Por fin se ha estrenado Hablar, de Joaquín Oristrell. Y no podía haberlo hecho en mejor momento. Justo después de las elecciones municipales que han provocado diversas convulsiones y se hace más urgente que nunca HABLAR para intentar cambiar algo el paisaje de nuestras ciudades. Hablar pasa en Madrid, una noche de verano del 2014, en el barrio de Lavapiés. Está rodada en un plano secuencia de 75 minutos de duración. Oristrell rodó cuatro veces el plano y al final escogió la toma en la que todos estaban mejor. Hablar es un experimento cinematográfico y sociológico. Un film del que vale la pena HABLAR.  ¡Qué concepto tan bueno el de hablar¡ Pero aún mejor el de escuchar, o el de entender, o el de comunicarte con alguien, por teléfono, con un libro, con un mapa, en el teatro, en la calle, en un bar..La película me ha gustado por lo que tiene de Cine de Barrio. De cine de proximidad, de algo cercano. Es una radiografía de la situación más rabiosamente contemporánea.
También es irregular, no todas las historias funcionan igual, unas son hilos de los que tirar para hacer un largo con ellas, otras se acaban en sí mismas, unas son más redondas que otras. Pero todas tienen un poso de realismo, de cercanía. Es cine militante sin dogmatismos. Cine de lenguaje. Aunque el artefacto del plano secuencia se imponga y a veces obligue a unos quiebros mas forzados, el resultado acaba por ser una especie de google maps de los sentimientos y las personas que pueblan nuestra cotidianidad.
Lo que más me ha interesado, con todo, no tiene que ver directamente con la película sino con algo más general. Tiene que ver con una especie de género nuevo que está apareciendo en el cine español con, de momento que yo sepa, tres títulos como banderas: Gente en sitios, de Cabestany, Murieron por encima de sus posibilidades, de Lacuesta y este Hablar. Las tres tienen un conjunto de actores coral y variado (es curioso que sea Raúl Arévalo el común denominador en las tres), buscan representar el ahora y el aquí y lo hacen utilizando mecanismos de producción nuevos, o en todo caso, distintos. Habrá que empezar a buscarle un nombre a este género.


HUMOR METAFÍSICO 


(dibujo de una vaca de Zoe Elías hecho en un taller de Ramon Herreros)
Vi P’tit Quinquin en el Festival de San Sebastián del año pasado. Entonces escribí en este blog:
“No podía empezar mejor mi festival. Con una serie de televisión francesa dirigida por Bruno Dumont. Si,el de L'humanité, Claro que si recuerdan aquella asfixiante película, ya pueden imaginarse que no se trata de una serie muy convencional. Para nada. P'tit Quinquin sucede en los mismos paisajes que son su habitat natural, las playas del Canal de la Mancha, los bunkers, las granjas, el mar. Hay asesinatos, muchos y muy extraños, casi tan extraños como el de la niña que desencadena la trama de L'humanité. Pero Dumont se ha hecho mayor y ha comprendido que para explicar algunas cosas el humor es muy útil. y por eso se ha inventado un nuevo género: el humor metafísico. Y ha creado una pareja de policías que pertenecen a la genealogía de los Dupont Dupond. Una mezcla imposible de Groucho Marx y Stan Laurel intentando descifrar que pasa en ese pequeño pueblo donde el diablo ha sentado su dominio. Tres horas que pasan volando, unos niños malhumorados, racismo y secretos. Dumont es capaz de crear imágenes insólitas (la vaca saliendo del bunker), situaciones absurdas (la misa de funeral es hilarante) y personajes inesperados. No se si alguna vez se podrá ver esta serie en cine o en televisión, pero desde aquí  emplazo a los distribuidores a comprarla si no lo han hecho ya”.  Veo que al final alguien decidió comprarla. Su estreno me llena de alegría. Ahora la podrá disfrutar todo el mundo.


 PECERAS


(por una vez, y sin que sirva de precedente, utilizo una foto de la película)
Los insólitos peces gatos es una de esas películas que puede pasar desapercibida. Y me sabría mal, porque es de esas películas que merecen no pasar desapercibidas. Los insólitos peces gatos son casi tan insólitos como Claudia, la joven protagonista de este film mexicano. Claudia vive sola en su pecera particular, sin comunicarse con nadie, a no ser los pocos clientes de su puesto de promoción de salchichas en un gran supermercado. El dÍa que Claudia tiene un ataque de apendicitis y acaba en un hospital su pecera se rompe y se ve arrastrada a convivir con otros peces, de todo tipo, en una familia que la acoge con toda la naturalidad del mundo sin cuestionarse de donde ha salido esa chica callada y tímida. Una familia en la que la figura de la madre Martha, es el eje entorno al que giran todos. Claudia se une a esa extraña comunidad y aprende a querer y a ser querida, aprende a convivir incluso con el dolor y la muerte. Largos y serenos planos secuencia describen su relación con Martha, sus tres hijas y su hijo, en un film que traduce una enorme sensibilidad hacia la enfermedad, el sida, que aquí se vive de una manera completamente inesperada.  Los insólitos peces gato es una película positiva e incluso feliz. 

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