domingo, 28 de diciembre de 2014

FIN DE AÑO


(dos arbolitos de Ramon para celebrar la entrada de año)
Los estrenos de esta semana son tan penosos que no vale la pena hablar de ellos (aclaro una cosa: no he visto Musarañas, la única película que seguramente merecía ser reseñada).  Por eso esta última crónica del año 2014 va a ir de… películas de Navidad.
El día de Navidad por la tarde, decidimos hacer una sesión acorde con la celebración. Vimos primero ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra y luego, La historia interminable de Wolfgang Petersen sobre el libro de Michael Ende.
Fue una tarde muy reveladora. Toda la vida había pensado que el film de Capra era una película positiva que hablaba del valor de la solidaridad entre las gentes. Pero en esta última visión me di cuenta de que en realidad es una historia terrible. El personaje de James Stewart, George,  se pasa toda la película intentando irse de ese pueblo, hacer algo con su vida, estudiar arquitectura, crecer en algún sentido. Y nunca lo consigue. Cuando no es su padre, es su hermano, o su mujer y  esos cuatro hijos que sin darse cuenta tiene en su casa; cuando no es una cosa es otra. El caso es que Georges nunca consigue su sueño. Nunca sale del pueblo y se ve obligado a vivir en la frustración, haciendo un trabajo que no le gusta para unos vecinos que no se lo agradecen en ningún momento. Cuando Georges explota y decide matarse, no lo hace solo por el problema económico que le ha caído encima, lo hace mas que nada porque ya no puede mas de la falsa vida que le han obligado a vivir. Lo que el ángel sin alas Clarence le enseña al obligarle a dar un paseo por una ciudad donde él nunca existió, es una especie de infierno tenebroso. Pero no mas tenebroso que su propia vida antes de la crisis. Y al devolverle a la realidad, lo que Clarence está haciendo es consolidar para siempre este conformismo, este conservadurismo atroz de la vida de Georges que, de pronto, se alegra simplemente de vivir, aunque sea a costa de todo lo que habría querido hacer. Nunca me había dado cuenta de este lado tan reaccionario, tan castrador. Renuncia a tus sueños. Es lo mejor que puedes hacer. En fin. Creo que no volveré a pensar en ¡Qué bello es vivir! como una comedia feliz. Es una tragedia.
Con La historia interminable, me pasó todo lo contrario. Recordaba la adaptación de Petersen como un film mas bien aburrido. Y no lo es, para nada. Quizás sea porque el tiempo que ha pasado, exactamente treinta años, hace que los efectos especiales tan primitivos y ese dragón tan felpudo, que en su momento me parecieron bastante feos, hoy tengan el encanto de una película antigua. Pero creo que es sobre todo porque la historia interminable de Michael Ende cuenta y aboga justamente por todo lo contrario de ¡Qué bello es vivir! Nunca dejes de soñar, persigue tus sueños aunque sean inalcanzables; lucha contra la nada, contra el vacío que todo lo corrompe y lo destruye. No te dejes engullir por ella como hace el pobre Georges. La nada nos acecha por todas partes. Nuestro propio reino de Fantasía está amenazado por la mezquindad, la estupidez, la falta de emoción y de curiosidad. Como Atreyu, como Bastian, tenemos que salvar la emperatriz infantil que todos tenemos dentro para conseguir que la grisura de un entorno absolutamente mediocre no nos consuma y nos haga desaparecer.

Ver juntas las dos películas fue  una lección de vida. Navidad, a veces te da esos regalos.

sábado, 20 de diciembre de 2014

TURNER



Me gusta mucho Turner el pintor. Desde siempre.
Desconozco la vida de Turner el hombre, así que no opino.
No me gusta nada el personaje de Turner en la película.
No me gusta la película Turner de Mike Leigh.
Dejado claro estos cuatro puntos. Vayamos por partes.

Me gusta mucho la pintura de Turner. Sus paisajes de sombras intuidas, de nieblas románticas, de azules desvaídos y cielos que se confunden con el mar. Me gusta esa sensación de ver y no ver. Casi de abstracción y sin embargo, de reconocimiento de lo que dibuja y pinta. Puedo pasarme horas mirando un cuadro suyo, uno solo, y ensoñarme con él en la aventura que me sugiere. No sigo. Ha quedado claro ¿no?

Desconozco la vida de Turner, así que he recurrido a la indispensable Wikipedia. No explica gran cosa. Pero si habla de la relación con su padre y que fue un pintor reconocido y aceptado en su tiempo. Miembro de la Academia desde muy joven. Con una excelente posición económica. No mucho mas.

No me gusta el personaje de Turner que hace Timothy Spall. Ya sé que le han caído todos los premios del mundo desde su estreno en Cannes. Ya sé que ganará el Oscar. Ya lo sé. Pero no me gusta. No puedo remediar ver al hombre/ rata de Harry Potter, tan desagradable, tan odioso. No me gusta el registro único e inalterable con el que interpreta al pintor, siempre igual a lo largo de los 25 años que se supone pasan en la acción. He visto un autorretrato de Turner cuando era más joven y Spall no se le parece en nada. Gruñir y poner cara de mala leche no es suficiente para crear la idea de un hombre que no está bien en el mundo. Sobre todo, porque ¿de dónde sacan que no estaba bien en el mundo? No, lo siento. Este no es mi Turner y cuando en todas las críticas se habla mas del actor que del personaje, algo malo pasa.

No me gusta la película de Mike Leigh. No me gusta no porque no tenga nada de su pintura, de su luz, de su mirada, eso es una opción muy libre del director. No me gusta porque no me gusta lo que Leigh hace con el personaje. Mi relación con Leigh es ambigua. Hay cosas que me interesan mucho, hay otras que detesto. Mike Leigh es un director realista, comprometido. Su cine siempre mira la realidad mas cercana y pone el dedo en la llaga. Por eso no me parece el director mas adecuado para acercarse a un personaje como Turner,  un hombre que tiene las contradicciones y los conflictos en el terreno de las ideas, de lo espiritual, de lo oculto. No en lo cotidiano y cercano. Leigh hace mas un documental sobre Turner que una película que lo evoque. Lo siento. Pero no tengo ganas de ver un documental de un hombre que gruñe y nunca explica porque tiene esa necesidad imperiosa de pintar.

Hoy es el solsticio de invierno. El día mas corto del año. Ramon ha hecho un dibujo precioso para La Casa Grande, el hotel de Elena Posa en Arcos de la Frontera. Lo pongo aquí para celebrar que empieza un nuevo ciclo. Mas que terminar el año, comienza el periodo en el que la naturaleza se duerme para recuperar fuerzas. Es un momento importante. Hay que saber replegarse y acumular energías de cara a una primavera que espero nos encuentre mejor preparados para todo.







domingo, 14 de diciembre de 2014

DOS PELICULAS IMPORTANTES

Esta semana se han estrenado dos películas importantes. Dos de esos títulos que estarán en todas las listas de mejores films del año. Son dos películas que no se parecen en nada y sin embargo… Sin embargo tienen algunas cosas en común, elementos que las hermanan. Primero, las dos miran como referente directo e inmediato a clásicos  de la historia del cine; segundo, las dos hablan de hijas perdidas;  tercero, ambas tienen una calidad pictórica indiscutible.
Hasta aquí lo que las relaciona. A partir de aquí hay que hablar de cada una por separado.


Jauja, de Lisandro Alonso.
Jauja es un film hermoso, reflexivo. Una historia de pocos personajes, uno en realidad, ambientada en los grandes  espacios abiertos de la Patagonia, que sin embargo se hacen claustrofóbicos a causa del formato cuadrado que los oprime sin dejarlos respirar. Jauja cuenta una búsqueda, una quête que  dirían los trovadores (y algo tiene de leyenda artúrica esta aventura solitaria). Estamos en 180…. Un destacamento militar, un capitán danés, su hija. La hija desaparece, el capitán decide ir a buscarla hasta el fin del mundo si hace falta. Y ahí empieza este viaje hacia el infinito, emprendido por un hombre con los rasgos de Viggo Mortensen. Un viaje que le adentrará en territorios desconocidos no solo físicos, también mentales. El padre en busca de esa hija que no sabemos si ha sido raptada o ha huido, se encontrará completamente solo. Y en una secuencia inolvidable en una cueva chamánica, descubrirá que es lo que está buscando. Todo encerrado en ese cuadrado iluminado por Timo Salminem, un hombre del frío norte (Finlandia) que entiende muy bien el frío sur (Patagonia). Jauja es una aventura del tiempo, del pensamiento, del futuro. ¿Y el referente? Lo han nombrado en todas las críticas y textos sobre el film: Centauros del desierto, de John Ford.



Camino de la cruz, de Dietrich Brüggemann
Camino de la cruz es un film hermoso y doloroso. La historia de una adolescente, María, tan perdida como la hija del capitán. Pero a María no la busca nadie. Más bien la expulsan de la vida. La conducen como un cordero al matadero, como se condujo a Cristo a la cruz. Catorce planos fijos sirven para contar las catorce estaciones del asesinato de María a manos de la intransigencia católica mas furibunda. Catorce planos fijos en los que, al contrario de los espacios abiertos y claustrofóbicos de Jauja, todo respira y se mueve en torno a una María que siempre está en el centro de la imagen polarizando la mirada hacia ella. Cada plano fijo es una aventura para el espectador. Una aventura de tristeza ante el rigor insostenible de esa familia ultramontana, de esa madre asesina, de ese seminarista sin sentimientos, de ese padre ausente. María no encuentra salida mas que en  Bernardette, una chica francesa que le ofrece un cierto aliento. Pero ya es tarde, María ha elegido el camino de la cruz y no lo dejará.  El referente inmediato de este film extraño y fascinante es Ordet de Dreyer. También aquí hay un milagro, pero es un milagro sin esperanza. Lo que hace que la vida de María sea tan dura es la extraña combinación entre el catolicismo mas feroz y preconciliar y un entorno dominado por la austeridad calvinista. La fe católica en los países mediterráneos se vive con mas esplendor, con mas boato. La culpa siempre se perdona. En el mundo en que vive Angela Merkel del que ha surgido el austericidio de Europa, la alegría está condenada a la hoguera. No hay  refugio en ninguna parte. Camino de la cruz crece, crece y crece, a medida que María se adentra en sus estaciones hasta conseguir que el espectador que la mira, se sienta parte de ese retablo contemporáneo de un martirio de los tiempos modernos. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

EXODUS


(la foto es de la peli de Scott, a veces es muy difícil tener una foto propia de algunas cosas, como por ejemplo separar las aguas)
Hace mas de 30 años, en 1982, escribí un cuento que se llamaba Blade (1). Era un homenaje a Blade Runner. En ese cuento, el protagonista llegaba a Los Ángeles, una ciudad en ruinas, condenada a la desaparición, y se encontraba con una chica que proyectaba una y otra vez una película en un cine. Blade la veía con ella:
 “La evocación que sentía ante los grandes edificios del Plan y la Oficina Central, aquello que le hacía reaccionar de una forma extraña, como si tuviera algo que ver con él, aparecía ahora en colores y gran formato frente a sus ojos. “Pirámides” las llamaban en el idioma que salía de las bocas de los hombres que allí se movían. Pirámides, eso era lo que los edificios le recordaban. Pirámides que se construían para alabar a sus reyes. Reyes que podían hacer cosas impresionantes como separar el mar abriendo un camino entre sus aguas o desencadenar tormentas de insectos. Era increíble, no podía apartar los ojos de aquellas sombras en movimiento. Y de repente entendió lo que la chica quería decirle. En lo alto de una montaña había una mata de hierba ardiendo. Del cielo caía una bola de fuego y una lluvia de estrellas que iluminaba esplendorosamente el firmamento…” La película era Los diez mandamientos, como es fácil deducir. Por eso no deja de ser curioso, que treinta años después, el mismo Ridley Scott haya escogido de todas las historias fascinantes que ofrece la Biblia justamente la de Moisés para hacer  su particular Exodus. Es como cerrar un círculo.
Antes de seguir quiero aclarar una cosa. A mí me ha gustado Exodus. La Biblia es un libro mal conocido, poco leído y muy divulgado en algunos de sus episodios. El de Moisés y la zarza ardiente, es uno de los más famosos. En el cine, cada generación, o mejor dicho, cada época, tiene su Moisés y su zarza ardiente. La de Scott es una zarza de los tiempos austeros. Y realistas. Porque Scott ha hecho un Exodus neorrealista, con un Moisés lleno de dudas, entre su amor al pueblo que lo cuidó y su deber hacia el pueblo que le han encomendado y que ha hecho de él un hombre fundamentalista e intolerante. Me ha gustado mucho que Dios sea un niño mal criado al que te vienen ganas de darle dos azotes por sus caprichos. Y me ha parecido muy interesante la iconografía y el  uso del paisaje. Pero todo esto no valdría si Ridley Scott no hubiera hecho con todo un gran espectáculo.  Dejen de lado toda clase de prejuicios, olvídense de absurdas y ridículas polémicas en torno a los actores que hacen de egipcios, déjense llevar como cuando veían a Charlton Heston separando las aguas. Christina Bale las separa también, pero su tsunami es absurdamente verosímil.
Solo una pega le pongo a esta macrohistoria: tengo la sensación que le falta una parte. Todo el final, desde la subida al Monte Sinai, es demasiado precipitado. Así que, conociendo a Scott, no me extrañaría nada que apareciera dentro de unos años la “directors’s cut” de Exodus, una película mucho más completa.

(1)   Publiqué este cuento en una entrada del 23 de septiembre del 2011. Si alguien tiene curiosidad por leerlo, poniendo Blade en la casilla de búsqueda arriba a la izquierda, sale enseguida.



sábado, 6 de diciembre de 2014

AMOUR FROID



(al lado de este lago se suicidó von Kleist)
He visto, por fin, Amour fou, de Jessica Hausner. La he visto y he pensado que mas que amour fou debería llamarse amour froid. No recuerdo una sola película sobre el romanticismo tan poco romántica como ésta. Claro que todo tiene una explicación, Jessica Hausner es austriaca. Y el romanticismo es alemán. Austriacos y alemanes no son iguales, aunque lo parezcan, y por mucha Sissi que tengan, Viena y Austria son frías como el hielo.

Todo lo contrario de von Kleist y su suicidio  por amor en los bosques del Wansee berlinés. La primera vez que pasee por esos bosques en un otoño lleno de colores, la idea de que allí se había producido ese inmenso acto de amor que es morir juntos, se respiraba en el aire. Pero en el film de Hausner, von Kleist es un ser odioso y mediocre, Henriette una histérica con la que habría disfrutado Freud y Marie una insulsa. Es una opción desmitificadora y muy interesante. Pero a mí, lo que mas me gustó de Amour fou fue que me provocó un deseo irresistible de ver La marquise d’O de Rohmer. Suerte que está en Filmin y la pude recuperar sin problemas. Y ahí sí que me encontré con el romanticismo pleno. La belleza en los encuadres, el cuidado en la decoración, la elección del vestuario exquisitamente pensado, el jardín donde se refugia la marquesa, todo juega a favor de una pasión romántica que tiene en Edith Clever, hermosa en el papel de la  mujer que no entiende cómo ha podido quedarse embarazada sin saberlo, y Bruno Ganz, consumido por el amor y la culpa, dos personajes románticos con mayúsculas. Si pueden vean las dos películas. Una para generar el deseo de la otra. Es una buena experiencia.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

CONFESIONES DE UN BANQUERO


(no es Frankfurt, es Berlín, pero es igual de frío y vacío)
A finales del mes de mayo pude ver en el DOCS Barcelona un documental titulado Master of the Universe/Confesiones de un banquero. Me impresionó mucho. No solo por la belleza abstracta y futurista de una ciudad de cristal, acero y hielo, dominada por el vacío y el silencio. Me impresionó porque su único personaje, Rainer Voss, era capaz de darnos una lección de economía que en palabras sencillas y muy asequibles explicaba cómo y porqué se llegó a la crisis financiera que se desencadenó en el año 2007 y de la que no hemos salido, ni saldremos pronto
Rainer Voss era un banquero alemán especializado en inversiones que en los años noventa consiguió ganar miles y miles de euros. También era uno de los pocos que se dieron cuenta de que aquello llevaba a la catástrofe, pero no era capaz de detenerlo: las empresas sin alma que controlan los  mercados internacionales pedían más siempre más. Tenías que ganar un 10% más cada año o te ibas a la calle. Más beneficio a costa de lo que fuera. Si te llevabas por delante una familia a la que arruinabas, una empresa a la que estafabas, un municipio al que robabas, no importaba. Lo único que valía era ganar más. Hasta  que todo estalló.
Marc Bauder consiguió que Voss, despedido hace unos años  y ahora retirado de cualquier actividad financiera, aceptara ser entrevistado en las instalaciones abandonadas y vacías del banco donde trabajaba. El escenario es escalofriante. Situado en el distrito financiero de Frankfurt, desde sus ventanales se observa una ciudad sin alma, sin gente, sin humanos. Una ciudad que vive hacia dentro, sin importarle nada de lo que suceda a esas pequeñas hormigas que rara vez se ven desde sus alturas. Las oficinas del banco ahora sin vida, los pasillos, el ascensor, las salas de reuniones con sus cables abandonados, aparecen ante nuestros ojos como un espectáculo de arqueología financiera. Ruinas de una manera de entender el mundo que lo llevó a una catástrofe anunciada.
He vuelto a ver el documental que se proyecta en distintas localidades el jueves 4 de diciembre dentro del ciclo del Documental del Mes y se estrena el próximo 8 de diciembre en la plataforma Filmin. Y me ha impresionado mucho más que la primera vez. Sobre todo por algo que en mayo, cuando se pasó en el DOCS, no era evidente y ahora sí: el brutal cambio de escenario que se ha producido en Europa, España y Catalunya en seis meses.
Voss empieza describiendo el paisaje que se ve desde las ventanas del alto edificio. Señala uno en concreto y explica: allí estaba el City Bank. Ahora ese edificio es propiedad del Bank of Communications de China. China. No lo perdamos de vista (1).  Pero lo más sorprendente no es el diagnóstico que hace de la crisis financiera y sus motivos, lo más inquietante es  la proyección de futuro que hace casi al final del documental.
La entrevista se filmó el invierno del 2012 al 2013. Cuando Voss habla concretamente de España, es francamente pesimista.  El país está en ruinas y vive en la depresión, afirma.  Para él, Europa se enfrenta a una situación donde los países del sur, Grecia, auténtico campo de experimentación para Alemania sobre los efectos de la austeridad económica, Portugal, España, Italia y Francia, deberán tomar medidas para no dejarse borrar del mapa por una Alemania cada vez más poderosa (2). Voss afirma que en estos países “la estructura social se hace migajas”. Para él, el futuro en esos territorios es negrísimo. Anuncia que habrá una nueva crisis, esta vez no financiera, sino política e ideológica porque hay mucha gente que está interesada en que el euro quiebre y desaparezca (3)  y prevé la aparición  y auge de partidos radicales de derecha o de izquierda que den salida a una indignación creciente.
Lo más interesante de esta visión en noviembre, es que este diagnóstico tan certero en ese momento, se ha hecho realidad. Lo que Voss explica cuando cuenta que todo empezó en los años ochenta con las políticas económicas de Reagan y Thatcher, (unidas al final de la guerra fría y la aparición del fundamentalismo islámico como enemigo principal, añado yo) es ahora una lección de historia superada por los acontecimientos.
Las elecciones europeas de mayo de este año, pusieron sobre el tapete fuerzas nuevas que se han llevado por delante la política tal como se ha venido entendiendo desde hace treinta años. Partidos y formaciones radicales de derecha, Marie Lepen,  los nacionalistas austriacos, o en el otro extremo, Podemos, han modificado el tablero (4). Pero el principal cambio que siento es que, a pesar de la crisis y de los problemas, de la negra situación de las clases medias en extinción, el pesimismo ha dejado paso a una especie de euforia. Hay una esperanza, una ilusión por conquistar algo. Que sea la independencia o la renovación del sistema, es lo de menos. Lo importante es que hay un horizonte hacia el que mirar. Eso, unido a una limpieza que ha hecho aflorar los casos de corrupción escondidos años y años, es el mayor cambio respecto al mundo que Voss diseñaba.
Desde este punto de vista Confesiones de un banquero se convierte en una lección indispensable de historia reciente  y un punto de partida para ir hacia adelante.

Aclaración.
Los números entre paréntesis hacen referencia a coincidencias de este diagnóstico con un curioso cortometraje de Fernando Trias de Bes que se exhibe con la película Diplomacia. Su título es La gran invención y en él se cuenta como un documento secreto de los nazis sentaba las bases para una unidad económica europea. El descubrimiento de este documento y su significado (los alemanes acabarán por ganar la tercera guerra mundial si no se lo impedimos) desencadena una serie de movimientos populistas en los países del sur de Europa que salen de la UE,  y poco después desaparece la propia UE. La historia se cuenta desde el año 2027 y el final es estremecedor. Sí, se ha acabado con la UE y su austericidio, pero los que han ganado han sido los chinos que controlan por completo el mundo. Si no vamos con cuidado Blade Runner no será solo ciencia ficción. El 2019 está ahí al lado y cada vez nos parecemos mas la sociedad que allí se describe.

domingo, 30 de noviembre de 2014

LOS JUEGOS DEL HAMBRE



(no sé si es un Sinsajo, pero en todo caso es un pájaro bonito de Ramón)
La semana pasada se estrenó Los juegos del hambre: Sinsajo, tercera parte (o mejor dicho, primera parte de la tercera parte) de la trilogía juvenil de Suzanne Collins. Recuerdo que vi la primera cuando se estrenó sin saber nada de ella. Entonces no me pareció gran cosa. La segunda no la llegué a ver en su momento. Pero ahora, quizás porque se ha hablado mucho de Sinsajo, nos entraron ganas de ver la saga de nuevo. Entre las dos suman  casi cinco horas. Era una buena manera de pasar una tarde lluviosa.
Lo que me llamó la atención fue la diferencia entre las dos películas, y me imagino que entre los dos libros. La primera es una mezcla extraña de juego de rol y reality show televisivo, una especie de Gran Hermano salvaje. La presencia y la explotación mediática de la imagen y la figura de la protagonista, no solo está muy presente, sino que es casi el tema de la historia, el único sostén de la tenue línea argumental que aguanta un edificio espectacular de imaginería kitsch futurista. La lucha por la supervivencia de los tributos, se convierte en un espectáculo para disfrute de espectadores hambrientos de emociones fuertes. Nada que no supieran los romanos y su circo de gladiadores.
Pero la segunda es otra cosa. Aquí, la presencia mediática no es tan fuerte. Casi es inexistente. El fabuloso personaje de Stanley Tucci, Caesar Flickerman, el presentador estrella de la gran fiesta de los juego, prácticamente desaparece y el protagonismo pasa a un Philip Seymour Hoffman que controla el plató de esa arena que vive bajo la cúpula.
Y ahí es donde la película, mejor dicho las películas me empiezan a cambiar de sentido. De repente empiezo a verlas como una serie de televisión. Me doy cuenta que tienen una estructura similar y sobre todo, tienen un tempo y un escenario de serie. De serie famosa. De serie fundacional. Es decir de Perdidos. Los juegos del hambre: En llamas suceden en una especie de isla como la de Perdidos, donde pasan cosas inexplicables, y hay fenómenos extraños (justificados por el manipulador que es el director del programa) pero tan misteriosos como los de la famosa isla del avión. Y los personajes, dejan de ser fichas de un juego para convertirse en una red, un conjunto, que tiene claro que su enemigo no es “el otro”, sino “los otros”, los que controlan ese mundo ficticio e imaginario que se revela como un mundo cerrado bajo una cúpula. Como la de Stephen King en la serie y el libro de ese mismo nombre. Mas el libro que la serie. Y no cuento mas por si hay gente que no lo ha leído y le apetece hacerlo.
Desde este punto de vista, me ha interesado Los juegos del hambre. No me atrae nada su manido discurso social de clase dominante y pueblo explotado; no me importa mucho que la famosa rebelión triunfe o no triunfe; no me siento arrebatada por la historia de amor adolescente. Pero quiero saber mas. Como en las buenas series, que te dejan siempre en el último capítulo con un misterio abierto que te obligará a ver la siguiente temporada. Aunque, como buena serie adicta, he aprendido a controlar los tiempos y los deseos y esperaré a que la tercera entrega, la que por lo que intuyo se parece más a Revolution, esté completa para verla.

2
Esta semana se ha estrenado el último experimento de Godard Adiós al lenguaje. La película, por llamarla con un término que todos podamos entender, se proyectó en Cannes y en Sitges en su versión original en 3D. Pero en su estreno comercial en España no ha habido una sola sala de las que cuentan con ese sistema que se haya dignado pasarla en su formato correcto. El resultado es que se ha estrenado en 2D con lo que el discurso godardiano sobre el lenguaje y su adiós se ve completamente tergiversado. No estuve ni en Cannes ni en Sitges. Pero creo que tampoco iré a verla en el cine.  Una de las cosas que me atraían de este último acto del director suizo era comprobar cómo había utilizado el 3D. Pero si no me lo dejan ver… En fin. La cultura, el cine, el lenguaje, parece que a todo hay que empezar a decirle adiós. El empobrecimiento general del pensamiento se acelera. Y si es cierto que me apetece ver Los juegos del hambre, eso no impide que quisiera ver Adiós al lenguaje. O es que por qué me guste Stephen King no puedo disfrutar con Borges, leer a Proust, descubrir a Siri Hustvedt, o aprender de un ensayo sobre la belleza de los que habla Ramón Herreros en su blog (1). Poner límites al deseo de conocer es una estupidez . Ponérselos uno mismo una tristeza, que te los (im)pongan, una tragedia.
(1)   Ver su última entrada Otoño tardío.


domingo, 23 de noviembre de 2014

HACE VEINTE AÑOS




Estos días muchas cosas me han traído a la memoria lo que pasaba hace 20 años, en el invierno de 1994 a 1995. Por un lado, ese año se fundó la ESCAC, una escuela de cine donde me habría gustado trabajar desde el principio, pero que diversas circunstancias completamente ajenas a mi no permitieron. De todos modos, doce años después ese error se subsanó y desde el 2007 formo parte de la familia ESCAC. O al menos eso quiero creer.
Para celebrar su 20 aniversario, la escuela invitó a Pedro Almodóvar y a Marisa Paredes que precisamente entonces rodaban La flor de mi secreto. También esa visita y esa película ha removido recuerdos en mi memoria. En 1987, escribí el primer libro dedicado a Pedro Almodóvar en un trabajo muy cercano con él. Pedro, que entonces aun no era Pedro, era generoso, feliz, alegre. Se podía pasear con él por Madrid o Barcelona, ir a un bar, entrar en el Corte Inglés. Viajar a Sevilla o a Cádiz. Pedro era persona, no personaje.
El libro es uno de los que mas satisfacciones me ha dado. Y aún ahora, casi treinta años más tarde, sigue estando considerado un clásico sobre su figura. Después de eso, Pedro Almodóvar empezó a llamarme la biógrafa. Yo iba a  todos sus rodajes y estrenos y escribía reportajes para Fotogramas, éramos amigos, aunque la fama le iba alejando cada vez más de la vida normal. Esta relación se rompió en 1993 por motivos que no vienen a cuento explicar ahora. El caso es que Almodóvar me borró de su paisaje.
Pero, y por eso  La flor de mi secreto tiene una especial significación para mí, en el festival de San Sebastián de 1995 dónde se proyectó el film, Pedro y yo nos reconciliamos. Y fue esta película la que obró el milagro. Esta película con una Marisa Paredes desvalida y perdida, incapaz de quitarse unos botines ella sola, incapaz de enfrentarse a la vida. Esta Marisa delicada y entrañable que está en el centro de uno de los momentos mas bonitos de la filmografía entera de Pedro Almodóvar: las vecinas en el pueblo, haciendo encaje de bolillos y cantando una canción popular. Aun ahora, en el pase en la Filmoteca de hace un par de días, esa secuencia, ese momento, volvió a emocionarme.
En fin, esta semana en la que querría haber visto Orígenes pero ya no la hacen más que en sesiones de noche, esta semana nostálgica y de celebraciones, me gusta recordar que hace veinte años, nació una escuela y recuperé una relación.

2

De los estrenos de esta semana me gustaría que dos no pasaran desapercibidos en medio de la vorágine. Born, de Claudio Zulián, o como hacer cine histórico en la línea de Rossellini y Oliveira; y Nunca es demasiado tarde, de Uberto Pasolini, una comedia negra inglesa que bebe en las películas de la Ealing y hace pensar en Alec Guinness.

sábado, 15 de noviembre de 2014

¿ARDE PARÍS?



(qué lástima si este paisaje se hubiera perdido...)

¿Arde París? Preguntaba ansiosamente Hitler la madrugada del 25 de agosto de 1944. ¿Arde París tal como yo he ordenado? Pero París no ardía. París se había salvado de la destrucción intransigente e inútil gracias a dos hombres. O al menos eso cuenta la leyenda. En todo caso lo cierto es que el gobernador de París, el general Von Choltitz, se negó a ejecutar la orden que le mandaba destruir una de las ciudades mas hermosas del mundo, volando los puentes del Sena, el Louvre, la Torre Eiffel,.. Von Choltitz arriesgó su vida y la de sus allegados, pero se ganó un lugar de honor en la historia europea.
De este hecho histórico se han escrito novelas y se han filmado películas. Una muy famosa y cuajada de estrellas la dirigió René Clément en 1966. Hace unos años el autor teatral Cyril Gely volvió a recrearla en una pieza con tan solo dos actores,  André Dussollier y Niels Arestrup, que encarnaban los dos protagonistas principales de esa noche histórica: Arestrup como el general alemán, Dussollier como el cónsul sueco que logró convencerle de que no  ejecutara la orden. Volker Schlöndorff  ha hecho con esta obra una película que se titula Diplomacia. Sin rehuir en ningún momento la referencia teatral, prácticamente sin salir de una habitación,  el veterano director alemán (tiene 75 años y pronto hará 50 que está haciendo cine), consigue poner en escena un duelo interpretativo mayúsculo, en el que juega tanto la palabra como el gesto, la mirada, la posición en el cuadro, el fondo sobre el que se habla. Todo tiene una función específica (y cinematográfica) en esta conversación crucial.  Cuando acaba la película, uno reflexiona en la suerte que tuvo París de tener un general que no seguía las órdenes sin cuestionarlas. Y piensa que ojalá hubiera habido más generales así que hubieran evitado tanta destrucción innecesaria (Berlín, Dresde, Hiroshima,…).




(a Beatrice le gustaba mucho la Negrita, asi que le haría ilusión ver como cuida su libro)

BEATRICE

Esta es la tercera vez que hablo de Beatrice Sartori en este blog. La primera fue a raíz de su muerte en junio del año pasado. La segunda fue a raíz de la “mía” en su lugar, en los Goya de este año. Esta tercera la escribo con mayor serenidad y sobre todo con una cierta “felicidad” entre comillas. Porque el lunes 17 de noviembre, día en el que Beatrice cumpliría 58 años, se va a presentar el libro Querida Beatrice… que ha coordinado Boquerini con todo su cariño. El suyo y el de todos los que hemos escrito  estas cartas a Beatrice. Cartas en las que se va descubriendo una mujer inteligente, brillante, divertida, libre y apasionada. Se puede argumentar que todos los que escriben en el libro son amigos suyos y que es lógico que todos hablen bien. Pero que personas de tan distinta procedencia, edad y profesión coincidan en destacar lo bueno que tenía, sin negar algunas de las cosas malas que también tenía, es un regalo extraordinario. Así que ¡Felicidades Beatrice!

sábado, 8 de noviembre de 2014

MUROS



(esto es lo que queda del Muro de Berlín)
Mañana 9 de noviembre se cumplen 25 años de la caída del Muro de Berlín. Recuerdo lo emocionante que fue vivir ese momento casi en directo. En octubre de 1989 participé en un jurado montado por la incipiente Academia del Cine Europeo para preseleccionar las películas que podrían optar a lo que entonces se llamaban Premios Félix del Cine Europeo. En el blog de textos he colgado lo que escribí sobre esta experiencia como memoria de mi lejano interés por la construcción de una cultura y un cine europeo.
Pero de ese viaje quiero recordar aquí una visita al Berlín oriental donde pudimos asistir a uno de los momentos más importantes de la reciente historia europea: el último discurso que el todo poderoso Honecker, presidente dictatorial de la Alemania Oriental, dio junto con Gorbachov y que significó el principio del fin de la República Democrática Alemana.  De ese día recuerdo el ambiente de fiesta colectiva que se respiraba y sobre todo el enorme contraste entre el desfile oficial con todo el mundo bien colocado en su sitio y con las banderitas ondeando mientras coreaban las consignas del régimen, con los grupos de jóvenes que en las calles paralelas se manifestaban pidiendo una ruptura con el pasado.  El mundo estaba a punto de dar un cambio radical. Caía uno de los símbolos más brutales de la separación y la exclusión. Era un momento de alegría y de esperanza.
Hoy, 25 años más tarde, podemos ser críticos con lo que ha sucedido después, podemos pensar que las cosas no se hicieron bien, que había que haber tenido mayor control sobre los estamentos políticos y financieros, pero desde luego, tenemos que sentirnos contentos de haber vivido y contribuido a que una aberración como aquella haya desaparecido.
Por eso, precisamente hoy me duele aun más el que en mi propio país, en mi propia ciudad se esté trabajando para levantar un nuevo muro. Un muro invisible pero tan letal y malvado como lo era el de las piedras de Berlín. Un muro de separación, de marginación, de exclusión. No ha servido de nada la experiencia empobrecedora y represiva que significó la división del mundo. Aquí y ahora, hay quién sueña con que vuelva levantarse una frontera entre los pueblos. Lo siento, pero me produce una profunda tristeza.

Otros muros

De muros habla también la película más importante de los estrenos de este fin de semana Interstellar, de Christopher Nolan. De unos muros que están en el espacio y hay que derribar para encontrar el camino de salvación de la raza humana. Hace muchos años que los científicos vienen diciendo que el futuro hay que buscarlo en el espacio, en otros mundos, en otras galaxias. De eso habla este precioso film. De eso y de los viajes en el tiempo y sus paradojas. Y lo hace con sencillez, sin grandilocuencias, incluso sin abusar de los efectos especiales o la jerga científica,  jugando la baza de los personajes y sus contradicciones. Porque en el fondo, Interstellar es una historia de familia. Una historia de padres e hijas. Una hija que supera al padre en su inteligencia y consigue recuperarlo al cabo del tiempo; y otra hija que pierde al padre y nunca lo vuelve a ver. Pero ambas, la pelirroja y la morena, tienen en el personaje del mayor Tom, el piloto escapado de la canción de David Bowie,  el punto en común. Interstellar no es una película fácil. No es un blockbuster, aunque lo pueda parecer. Esta película, una de las más ambiciosas de Nolan, traza una línea de continuidad con el 2001 de Kubrick. Pero si aquel film mítico era frio y casi quirúrgico, este de Nolan es cálido y muy cercano. Aunque su acción pase más allá del infinito, al otro lado de los agujeros negros. Al otro lado del muro.

sábado, 1 de noviembre de 2014

FLORES PARA JORDI SAVALL





Cuando Loreak se estrenó en el festival de San Sebastián escribí unas líneas sobre estas flores tan especiales que ahora amplio un poco. Loreak es una historia de amor, también de amistad y mucho de ignorancias. El amor callado de un hombre por una mujer a la que le regala flores; la amistad entre dos mujeres unidas por una ausencia; la ignorancia sobre lo que de verdad piensan y sienten gentes que están viviendo a nuestro lado. Rodada en un San Sebastián escondido, lejos del mar, este film  delicado y al mismo tiempo oscuro es un excelente retrato de sentimientos contado con muy poco.

Loreak, quiere decir Flores en euskera y un gran ramo de flores es lo que me gustaría regalarle a Jordi Savall por su renuncia al Premio Nacional de Música 2014. Los tres últimos párrafos de su carta al Ministro Wert son ejemplares:

“La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país.

Por todo ello, y con profunda tristeza, le reitero mi renuncia al Premio Nacional de Música 2014, esperando que este sacrificio sea comprendido como un acto revulsivo en defensa de la dignidad de los artistas y pueda, quizás, servir de reflexión para imaginar y construir un futuro más esperanzador para nuestros jóvenes.

Creo, como decía Dostoievski, que la Belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la Educación y a la Cultura.”

Esta renuncia es un acto de valentía y de dignidad. Es cierto que no todo el mundo podría asumirlo. Pienso por ejemplo en los compañeros de Sandra en Dos días y una noche, donde para algunos renunciar al dinero extra es realmente imposible, aunque quisieran. Creo que muchos otros creadores han aceptado el premio compartiendo la indignación de Savall, pero forzados por las circunstancias. Por eso agradezco doblemente su gesto. No es fácil renunciar a ese dinero y menos en estos tiempos donde los trabajos relacionados con la Cultura se han convertido en el último eslabón de la cadena laboral. Cultura (música, cine, artes plásticas, danza, teatro, literatura) es algo que para nuestros actuales dirigentes no existe. Mejor dicho no merece existir, que es peor.
Pero creo que este problema viene de mucho más atrás. Viene de una falta de sensibilidad heredada que no entiende lo que significa la palabra Cultura. Una sensibilidad que solo la ha aceptado como servilismo al poder, o como elemento para la manipulación, o en el mejor de los casos, como una excentricidad. La Cultura en España nunca se ha protegido. Ni desde el poder, ni desde la sociedad.
Al contrario de otras burguesías europeas, francesa, alemana o italiana, nuestra burguesía nunca se ha preocupado de la Cultura. Nunca la ha entendido y mucho menos apoyado. O era un espacio de ostentación (Liceo o Teatro de la Zarzuela) o era un elemento de pura demostración de poder. Nunca ha habido un apoyo real y sobre todo, nunca ha habido un reconocimiento colectivo del trabajo que se hace a pesar de todos los impedimentos.
Por eso la renuncia de Jordi Savall me parece importante. Porque pone el dedo en la llaga. No es solo el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del gobierno Rajoy el que menosprecia a la Cultura. Lo era el de Zapatero, lo era el de Aznar, lo era el de Felipe González. Y lo han sido y mucho todos los gobiernos convergentes y tripartitos de Catalunya donde la cultura se entendía como sumisión a un concepto ideológico y nacionalista. Y si no estabas en ese camino, no existías.
Así que Loreak/Flores para Savall. Y gracias, muchas gracias.

2
Un recordatorio. Ayer se estrenó La sal de la tierra. Si están en Barcelona o cerca de Barcelona, en la Caixa Forum han inaugurado una gran exposición de fotos de Sebastiao Salgado que complementan perfectamente el documental. Vale la pena verla.




sábado, 25 de octubre de 2014

SANDRA Y LOS DARDENNE



(retrato de una modelo de Ramon que podría ser Sandra)
Los hermanos Dardenne no figuran entre mis favoritos. Nunca he sido fan de su cine social y realista. No me gusta el estilo de seguir a los personajes pegados a su nuca sin dejarlos respirar y con una cámara asfixiante para ellos y para el espectador. Tampoco me entusiasma su desesperada visión de la sociedad. Eso no quiere decir que no haya películas que me gusten mas que otras. El hijo, por ejemplo, me gusta mucho y me parece un film importante en todos los sentidos. Por eso tengo que reconocer que me acerqué a Dos días y una noche con cierta prevención. Y ¡oh sorpresa! Me gustó mucho. Mejor dicho sentí que era un film distinto.
De entrada, no lo parece. Su protagonista es una mujer joven de clase media baja, una madre deprimida que está a punto de perder su trabajo en una pequeña industria. Vale, más de lo mismo. Pues no. Porque lo que Sandra hace en esos dos días y una noche que invierte en intentar conseguir cambiar su destino, le va devolviendo las ganas de vivir, de luchar, de tirar adelante. Eso es nuevo. Quizás porque los Dardenne empezaron a hacer cine social hace casi veinte años, cuando Europa vivía el inicio de una espejismo de bienestar en el que ellos se encargaban de denunciar los agujeros negros en ese paisaje feliz, ahora que prácticamente toda Europa y sus clases sociales viven en medio de una crisis eterna que ha terminado con cualquier vestigio de bienestar, los Dardenne han sentido la necesidad no de ahondar en la herida, sino de mostrar un rayo de esperanza. Y ese rayo pasa por no juzgar a los compañeros de Sandra que no se solidarizan con ella, sino comprenderlos. Pasa por mostrar que la amistad es un motor muy fuerte para salir adelante. Pasa por comprobar que no hay mejor ayuda para superar las peores situaciones que tener alguien al lado que te apoya, te impulsa, te anima. Incluso visualmente la película se va abriendo poco a poco y va mostrándonos la evolución de Sandra. Nos la presenta en un rincón, acurrucada y sin fuerzas y  a medida que avanza le va dando aire, la va iluminando, la va liberando de su peso. Al final de esos dos días y una noche, Sandra puede caminar por la calle con un paso decidido y enfrentarse a lo que sea.
Bienvenida sea esta nueva línea de los Dardenne. Bienvenida porque saben hacer cine, saben mover la cámara que ya no está en el cogote siguiendo histéricamente a sus personajes, sino enfrente, mostrándoles el espacio a recorrer. Esta es una película de ahora mismo que quedará para el futuro.


miércoles, 22 de octubre de 2014

DOCUMENTALES

La casualidad ha querido juntar en las carteleras tres documentales. Bueno, uno se estrenó el viernes pasado, otro se estrenará la semana que viene y el tercero lo hace este viernes. Espero que duren lo suficiente para que estas líneas le sirvan de algo. Si no, al menos que quede constancia de su existencia.
El primero, estrenado el dia 17, se llama La Jungla Interior, lo dirige Juan Barrero y lo protagoniza su mujer, Gala Pérez. No estoy segura que esta jungla del pensamiento y las sensaciones sea exactamente un documental. Rodado en tres tiempos más o menos cronológicos, el film nos lleva a un viaje de exploración en busca de una extraña orquídea perdida en una selva exterior, para acabar demostrándonos que la auténtica orquídea se encuentra en nuestra propia casa y es tan desconocida y misteriosa como la flor mas oculta. Una mirada al pasado, la infancia, ese territorio de confianza habitado por una anciana que guarda la memoria del mundo, es el espacio vital donde Juan y Gala se plantean como mirar el futuro. Él, no quiere pensarlo, ella lo tiene muy claro. Él se marcha a buscar su orquídea, ella se queda cuidando su propia flor. La combinación entre un cine casi herzogiano (quizás por eso la narración de la selva exterior es en alemán) y un cine casero que indaga en la jungla interior, produce una extraña sensación en el espectador que a veces se siente como un voyeur en un territorio muy íntimo y en otras, en cambio, se siente como un aventurero darwiniano. Darwin, por cierto, no está muy lejos de esa jungla.


(esta foto es de Ramón, del año 1971, más o menos de la época en que Salgado empezó a hacer fotos)

Darwin también aparece en el segundo documental que tiene algo de alemán. Se trata de La sal de la tierra, el retrato que Wim Wenders ha hecho del fotógrafo Juan Sebastiao Salgado que se estrena la semana que viene. La primera sensación que me produjo la película fue la del error de casting en el director. La figura de Salgado es la de un hombre de acción, un hombre que va allí donde la historia le lleva. Es una figura herzogiana y parecería lógico que fuera Herzog, un alma gemela, quién hiciera su retrato en lugar del muy urbano y contemplativo Wenders, un director capaz de entender a Ozu o a Nicholas Ray, pero muy alejado de la aventura de Salgado. Y sin embargo, a medida que el documental avanza y vamos viendo la trayectoria vital y profesional del fotógrafo, entendemos porque Wenders se ha sentido fascinado por él y su obra. Y porque, al final es mejor que haya sido el reflexivo Wenders el que nos la cuente más que el impulsivo Herzog. Salgado ha sido el testigo privilegiado de la barbarie que ha asolado el mundo en el último tercio del siglo XX. Su cámara ha recogido la muerte en todas su variantes, la explotación del hombre, la destrucción de la humanidad. Y lo ha hecho dotando a sus fotografías de una belleza sobrecogedora que te produce dolor al verlas. Tanto dolor que ni él mismo pudo soportarlo y llegó un momento en que decidió dejar de hacer fotos de la maldad del mundo y retirarse a plantar árboles, repoblando un desierto hasta convertirlo en selva. Y fue entonces cuando volvió a sentir el deseo de hacer fotos. Pero esta vez no de muerte, sino de vida. Un homenaje a la tierra, a la naturaleza, al planeta. Y empezó por las Islas Galápagos recordando a Darwin. El resultado es de una belleza enorme. Y de una esperanza enorme también. Porque, dejar constancia del horror es importante. Pero dejar constancia de la belleza de nuestro mundo, también.


(esta foto, también es de Ramón de un viaje a Andalucía en 1971 donde descubrimos a Paco de Lucía por primera vez)

El tercer documental que que se estrena este viernes habla precisamente de eso, de belleza. De la belleza de una música que solo puede salir de unos dedos privilegiados, únicos. Los de Paco de Lucía. El documental que ha dirigido su propio hijo se titula Paco de Lucía, la búsqueda. El título es perfecto. Porque Paco, el hijo de Lucia la portuguesa, se pasó toda su vida buscando ese momento mágico en el que la música que salía de sus manos se convertía en algo sublime. Una larga entrevista que repasa su vida nos permite descubrir no solo  historias y anécdotas, sino conocer a un hombre divertido, irónico, y muy sensato. De sus palabras me quedo con la famosa frase que le trajo tantos problemas en el tardofranquismo. “La mano izquierda es la que crea, la inteligente; la mano derecha es la que ejecuta”. Y a continuación nos da una lección de honestidad:  “el día que gané dos millones de pesetas y las puse en el banco, dejé de decir que era de izquierdas”. Dejó de decirlo, pero no de serlo. Porque un hombre que no se acomodó nunca, que se empeñó en recorrer caminos desconocidos y arriesgarse en  nuevos experimentos musicales, no  puede ser nunca un hombre conservador. Si les gusta su música disfrutarán mucho. Si no les gusta o no la conocen bien, también disfrutarán. Es un placer oírle tocar y oírle hablar.



sábado, 18 de octubre de 2014

MUJERES (MALAS)

Antes de empezar una aclaración sobre duraciones. Me han comentado que debería haber dicho en la anterior entrada que Sueño de invierno duraba 196 min. No sé si debería, pero podría haberlo hecho. Si no lo hice, fue porque a mí no se me hizo larga. Vi la película como si fuera un concierto, con distintas melodías según los personajes, ritmos y cadencias, pausas y actos. Así que sí, es cierto, podría haberlo escrito. Lo hago ahora. No recuerdo quién me dijo por primera vez que las películas duraban una hora y media porque eso es lo que dura un sueño. No tengo ningún dato para comproba si es verdad o no. En todo caso es bonita como idea que justifica esa duración estándar. Quizás por eso esta película que dura tres horas se llama Sueño de invierno, debe ser que efectivamente es un sueño muy largo, casi una hibernación.


(Ramon nunca pinta mujeres malas.solo mujeres inquietantes o hermosas)


1 Primera mujer
También es muy larga la película de David Fincher, Perdida. Dura 147 minutos que pasan volando. Como un sueño, una pesadilla y un cachito de otro sueño. Un guión impecable, escrito por la autora de la novela Gillian Flynn, nos va metiendo en una historia que cambia de narrador casi sin darnos cuenta y nos sumerge en una manipulación tan enorme que parece inconcebible. En la historia de Nick y Amy nada es lo que parece, pero ni mucho menos es lo que nosotros creemos que será. Fincher se coloca justo detrás de todo y mueve sus personajes a su antojo. ¿Es un Fincher puro? No lo sé. ¿Es una película que descoloca? Seguro. En todo caso, lo que es cierto es que tiene un casting perfecto. Hay un momento que le dicen a Nick, “tu problema es que no generas empatía”. No me puedo imaginar  un actor menos empático que Ben Affleck. Por eso funciona tan bien como Nick. Y qué decir de la rubia Amy. Una rubia que le encantaría a Hitchcock, porque, como Kim Novak, tiene las cejas oscuras y el pelo rubio. Y esa combinación casi siempre es letal.



2 Segunda mujer

También es letal nuestra segunda protagonista, Bárbara. En un concurso entre manipuladoras natas no estoy segura de quién se llevaría el premio, si la rubia Amy o la morena Bárbara. Bárbara es Bárbara Lennie, el vértice de un triángulo imposible, o mejor aún, la pieza del puzle que hace que todo coja sentido en Magical Girl. Cuando se estrenó en San Sebastián donde ganó los dos premios gordos, ya escribí de esta seca y cortante película. Recupero parte del texto para los que no lo leyeran:Magical Girl, es sin duda una de las apuestas mas estimulantes del cine español 2014. Todo encaja en este puzle de historias unidas por un personaje femenino (Bárbara Lennie está espléndida como la niña manipuladora y la mujer (auto)destructiva). Todo encaja, menos una pieza que se pierde en la calle y que es la que une el conjunto. Esa pieza que Vermut deja en manos del espectador para que la coloque donde cree que falta y complete así este relato de perversiones y deseos. Hay imágenes increíbles; hay momentos de una gran ternura, y momentos de un gran dolor. Hay una narración abierta. Sacristán borda ese personaje de hombre manipulado y Luis Bermejo llena de emoción el padre capaz de todo por cumplir el deseo de su hija. Magical Girl no es una película convencional, pero eso no quiere decir que no sea asequible y disfrutable para todo el mundo que sea capaz de dejarse llevar por una historia que esconde tanto como enseña.” Ahora, en el momento de estrenarse comercialmente, lo que me parece más interesante es la coincidencia en la cartelera de dos personajes femeninos muy parecidos, manipuladores y autodestructivos, en  films tan distintos en todos los sentidos como son Perdida y Magical Girl.  Da qué pensar. 

domingo, 12 de octubre de 2014

SUEÑO(S) DE INVIERNO




(no es Anatolia, pero es una preciosa evocación del invierno)
Dura más de tres horas. Hay muy pocos personajes. Casi todo sucede en dos espacios fundamentales. Un interior cálido y un exterior frio. El paisaje es tan poderoso que casi asusta. Su belleza es sublime.  Anatolia y sus campos, sus cuevas y chimeneas, sus caminos blancos y silenciosos. Y en medio, un pequeño hotel donde Aydin, el actor, el intelectual ensimismado, escribe y habla. Sobre todo habla. Con su joven esposa, con su hermana, con su amigo. La última película de Nuri Bilge Ceylan, al contrario de lo habitual de su cine, tiene en la palabra su principal apoyo. Se ha comparado esta extraordinaria cinta con Secretos de un matrimonio . Yo diría que la historia de Aydin se sitúa en un punto intermedio entre Secretos de un matrimonio y Saraband. La pareja ha superado ya el tedio, pero aun no han llegado a la comprensión. Con esta comparación se puede llegar a pensar que Sueño de invierno es es un film sobre el matrimonio. Lo es, sin duda, pero hay muchos mas substratos en esta historia  blanca y dorada. Como un hecho fortuito e inesperado puede hacer tambalear una vida estable y bien planificada; lo que significan las obras de caridad, mas para quién las hace que para quién las recibe; la importancia ética de la dignidad; la amistad como base de la convivencia; la fidelidad, sobre todo a uno mismo... Hay muchos temas que se van sumando en la densidad del frío que rodea ese lugar paradisiaco. No es una película fácil, y sin embargo es muy sencilla en su planteamiento. No hacen falta claves extrañas para entenderla, solo dejarse llevar por la cadencia de las palabras que poco a poco se van convirtiendo en música y nos van conduciendo por senderos tan hermosos como los del paisaje por donde camina este pensador chejoviano.
2
No he visto mas películas de las que se estrenan hoy. He estado en Sitges, aunque no siguiendo el festival de una forma ortodoxa, es decir, no como periodista sino como profesora de un taller de crítica con algunos de mis alumnos de la ESCAC. Además de ver películas y de leer críticas, tuve ocasión de asistir en Sitges a la presentación de seis proyectos de largometrajes de la escuela. No voy a hablar de estos proyectos de films que espero lleguen a ser futuros films. Lo que quiero es dejar claro que los sueños de invierno, o en este caso de otoño, siguen generando historias que apetece ver aunque las dificultades para conseguirlo sean cada vez mas y mas grandes.
3
Y esto me lleva a un tercer punto que mas que sueño es pesadilla. Tengo la sensación de que hay una auténtica voluntad por parte del Ministerio de Hacienda a través del ICAA de acabar con el cine español. No entiendo porqué. Es una industria que da trabajo a mucha gente en toda la cadena de producción; las películas generan mucho dinero, tanto mientras se hacen como después, en taquilla si funcionan y este año han funcionado varias; el cine es un instrumento de prestigio y de cultura que se puede presentar en cualquier parte. Entonces, ¿por qué esa inquina? Claro que no es solo con el cine, parece que la palabra que define al Ministerio de Cultura les de mas miedo o asco que otra cosa.
Cuando estamos viendo estos días como se despilfarra el dinero de todos en gastos inmorales, cuesta creer que sea tan difícil dotar de un mínimo indispensable a una industria que es rentable y además da prestigio internacional. Si las subvenciones no son la solución, al menos deberían articular fórmulas de desgravación fiscal efectivas para incentivar la inversión privada en el cine. Lo que no se puede es reducir hasta el ridículo las subvenciones, dejar de pagar el dinero que legalmente deben como amortización y además dificultar la inversión privada. Si se cierran las tres vías de financiación del cine, el cine acabará por reducirse a unos mínimos testimoniales. Y no podemos permitirnos quedarnos sin sueños.