lunes, 26 de agosto de 2013

PARIS



Hemos estado en París cuatro días por una cuestión de trabajo. Nunca había ido a París en el mes de agosto y me he llevado algunas sorpresas.
Sorpresa 1
París en agosto es un desierto cultural como Barcelona. Siempre había pensado que la idea de que el arte y la cultura no son para el verano, era algo muy nuestro. Pues no. También en París las galerías de arte están cerradas, los museos sin grandes exposiciones (eso, si lo que se anuncia para el otoño pone los dientes largos), los cines con los mismo estrenos que Barcelona, en teatro poca cosa. En fin que está claro que agosto no es para los turistas culturales.
Sorpresa 2
París en agosto es muy caluroso. MUCHO. Hace muchísimo calor en todas partes. Pero mas que en ninguna otra, en el metro que no tiene ni un soplo de aire acondicionado y casi, casi ni un soplo de simple aire. Los restaurantes, los bistrots, todo carece de ese invento fantástico cuando la temperatura ambiente de la calle es de 33 grados. Si además le sumamos la manía de poner las minúsculas mesitas pegadas unas a otras, la sensación de agobio al comer puede ser mareante.
Sorpresa 3
Que no lo es tanto. El Louvre en agosto es impracticable. Hay miles y no exagero, miles de gentes pululando por las salas, haciendo fotos y oyendo un teléfono que algo les cuenta, pero casi nadie, viendo los cuadros. Si a la muchedumbre le añadimos una instalación de Pistoletto que ha llenado las salas de pintura italiana de espejos deformantes donde la gente se encanta como en el Tibidabo, el resultado es de salir corriendo. Pero no hace falta irse a la calle. Basta con subir un piso para ver Poussin, Corot, sin que haya nadie, absolutamente nadie.
Sorpresa 4
En la Gare de Lyon, donde llegan los trenes de España (estupendo el viaje por cierto), no hay ni un solo sitio dónde sentarse. Ni una miserable silla, ni un miserable banco. Hay tres bares, dos repletos y uno (casi escondido) donde se puede conseguir una mesita rodeado de palomas y acompañados por el ruido ambiente de la explosión de maletas abandonadas que la policía no duda en lanzar por los aires en cuanto las ve.

Pero París es siempre París y a pesar de estas tres sorpresas sigue siendo una ciudad preciosa.
-Para pasear en los muchos parques que hay por todos los barrios. Parques llenos de árboles verdes y frondosos, césped que invita a tumbarse al sol, paseos donde igual te encuentras una pirámide que un lago. Un placer que en invierno es menos disfrutable  sin duda. Especialmente el Bois de Vincennes, un descubrimiento veraniego.
-Par ir a los pequeños museos que hay por todas partes. Como el de Jacquemart-André o el de Delacroix. Preciosos lugares con piezas escogidas, todas ellas buenas, donde te puedes quedar rato y rato sin que nadie te moleste.
-Para pasear por sus calles, en la acera sin sol si es posible, viendo las casas, las tiendas de quesos, de frutas, de flores. Compartir con la gente la vida de barrio con calma y sin prisas.
Ha sido un viaje bonito, tranquilo, hemos hecho lo que teníamos que hacer y hemos tenido una visión distinta de la ciudad. Sigo pensando que a París le sienta bien el frío, el gris y la lluvia. Pero agradezco estos días largos de sol y de verde que permitían estar en la calle y en los parques.




miércoles, 21 de agosto de 2013

CUARTETOS


(cuatro elementos diferentes, juntos, componen un único y precioso cuadro)
El cuarteto 14, opus 131  de Beethoven es una de las piezas mas hermosas de toda su producción. También una de las más difíciles porque el músico la escribió sin pausas para los intérpretes. Es una obra compleja que obliga a los que la tocan a no parar, aceptando el reto de que la falta de pausas desafine poco a poco los instrumentos.
Es este el cuarteto que escogen los protagonistas de El último concierto para el que será el concierto de celebración de sus 25 años tocando juntos bajo el nombre de Cuarteto La fuga. Un concierto que será, también, el de su despedida. La gracia de este film amargo y dulce a la vez, está en la estupenda elección de actores y en la manera como este desafinarse a lo largo de una larga convivencia artística y personal, acaba por encontrar el equilibrio necesario para seguir adelante. Aunque sea sacrificando al mas desafinado de sus componentes, en este caso un Christopher Walken espléndido.
Hay muchas cosas que hacen que este cuarteto desafine y se reajuste.  La primera de todas, la enfermedad de Parkinson que obliga al chelista a enfrentarse ante la idea de dejar de tocar; pero también la descarnada manera en que la hija le dice a su madre, “en esta casa lo primero era el violín, lo segundo la viola y lo tercero la hija”; o el patético dolor de quién se da cuenta que se ha perdido algo tan importante como es el amor en nombre del arte; o el deseo insatisfecho de querer ser el primero, cuando debías saber que a veces ser el mejor segundo es lo que permite que todo funcione. Poco a poco estos desajustes se van recomponiendo en una lección de vida que tiene como escenario la ciudad de Nueva York, y como actores un cuarteto de primera magnitud: Christopher Walken, Philip Seymour Hoffman, Catherine Keener, Imagen Poots.

PERDER LA RAZON
 El primer plano de Perder la razón es estremecedor y sobre todo inquietante: varios ataúdes blancos suben por una rampa al vientre de un avión. El porqué de este plano es lo que nos cuenta la nueva película de Joachim Lafosse. La historia de un amor, el de Mounir y Murielle, corrompido poco a poco por la posesión sutil y enfermiza del Dr. Pinget con el que ambos viven. Contada de una manera sorprendente con saltos de tiempo secos y sin ninguna transición, esta es la historia de una destrucción. La de la razón de Murielle encerrada en un mundo de opresión que, desde fuera, parece el paraíso. Curiosamente, Murielle solo encuentra un poco de felicidad cuando vive en un pueblo marroquí con la familia de Mounir. En ese entorno aparentemente represivo para la mujer, Murielle encuentra un espacio de libertad que la muy civilizada Bélgica le tiene vetado.

Esta película me ha hecho pensar en otro film muy diferente, pero que también habla de perder la razón por culpa de unos maltratos que no son físicos, aunque hacen el mismo daño, o más, que los golpes. Se trata de un largometraje independiente de Pere Koniec rodado en los alrededores de Barcelona. Se titula Policromías y se puede ver en Internet. Es un film de low cost con una protagonista que también pierde la razón y busca una salida a una situación asfixiante.
Si lo quieren ver, este es el enlace.



viernes, 16 de agosto de 2013

PARAISOS



Elysium
Saben lo mas terrible de una película como Elysium. Lo más terrible no es pensar que hay dos mundos separados incluso por el espacio. Lo mas terrible es saber que ese mundo de detritus, podredumbre, miseria, enfermedades y desgracia, es real. Existe, no es un decorado construido para una película. Es un vertedero de la ciudad de México donde vive gente todos los días.
Saben lo que también es terrible en esta película. Pensar que el personaje de Jodie Foster no es una invención de guionista. En realidad, tanto por la forma de hablar en francés, de vestirse  y de peinarse, la Secretaria Rhodes recuerda y mucho a Christine Lagarde, la Directora del Fondo Monetario Internacional que hace muy poco se permitió recomendar/mandar a los españoles que se bajaran el suelo un 10% para poder seguir manteniendo el altísimo nivel de vida de esa minoría que habita un Elysium no geográfico pero si ideológico y sobre todo económico.
Y saben que es aun mas terrible. Que no hay nadie en este momento que asuma el rol de Max de Costa, el personaje que encarna Matt Damon. Nadie con la necesidad, no la voluntad, de destruir ese mundo de diferencias, nadie tan radical para acabar con el abismo que separa cada vez más a pobres y ricos. Pobres universales y cada vez más numerosos; ricos universales y cada vez más aislados en su guetos de bienestar.
Neil Blomkamp, director de la muy interesante Distrito 9, tiene la gracia de hacer que un blockbuster de ciencia ficción y de acción, destinado al  gran público, se pueda ver como una película política de una rabiosa actualidad.

 Paraíso: Amor
El mismo dia que se estrena Elysium aparece en las pantallas la primera entrega de la Trilogía Feroz del austriaco Ulrich Seidl. Paraíso: Amor, un film agobiante, morboso, sucio, con esa mirada turbia que caracteriza el cine de este director desde sus inicios y que, cada vez, se hace mas insoportable y más cruel en su complacencia en mostrar lo mas feo que hay en el mundo. Lo más gracioso es que, sin saberlo y por pura coincidencia, Paraíso: Amor es casi una versión cutre de Elysium. Esos hoteles de lujo  en Kenia donde Teresa, la gorda austriaca de mediana edad busca sexo y placer, son una versión low cost del Elysium de Blomkamp, gueto de bienestar rodeado de miseria física y moral representada por esos Beach Boys dedicados a satisfacer a las  mujeres de mediana edad con sexo fácil a fin de sacarles todo el dinero posible. La imagen de los negros parados en la playa  ofreciéndose a los clientes del hotel de los que les separa una barrera invisible (o visible si pensamos en los policías que vigilan ese campo de concentración para ricos que es el hotel), es una de las mas hirientes que recuerdo haber visto en el cine, mas, incluso, que la humillante secuencia de sexo colectivo de cuatro mujeres maduras con un joven negro dispuesto a todo.

Que conste, por si acaso alguien lo duda, que no estoy en contra de mostrar cuerpos desnudos de mujeres maduras gordas y llenas de michelines; que no me parece mal utilizar el sexo para contar historias terribles de explotación, humillación o exploración. Lo que de verdad me molesta y me molesta mucho, es la mirada  sobre esos cuerpos, es la forma como se utiliza el sexo para recrearse en secuencias que no buscan nada mas allá de la morbosidad de la situación. Lo que me molesta sobre todo es que el director no muestre ninguna consideración por sus personajes, ningún respeto, ninguna simpatía. En realidad, Seidl se cree y se sabe por encima de ellos. Los mira como la Jodie Foster de Elysium mira a los habitantes de la tierra: con desprecio.

domingo, 11 de agosto de 2013

ANNAS

Una entrada cortita para felicitar a dos Annas.
Anna Bofarull, está metida de lleno en el rodaje de Barcelona 1714. Una película de amor y de aventuras en el contexto de un conflicto que es mas el marco de la ficción que el tema de la acción. Anna Bofarull ha levantado el film, con ayudas inestimables de amigos y de su productor Heiko Kraft, sin ningún tipo de subvención pública. Con el método del crowfunding y la coproducción extranjera. Esto le da una enorme libertad a la hora de enfrentarse a un guión original escrito por ella misma en el que los posicionamientos políticos no son el único motor de la aventura.

Anna Petrus, está celebrando con gran alegría que su corto Aniversari ha sido seleccionado por el Festival de Montreal para la competición oficial de cortos. Es una gran noticia, no solo para ella, también para todos los que escriben y realizan cortos con la profesionalidad, la entrega y el deseo de hacer algo bien hecho.

A las dos MUCHAS FELICIDADES. 

sábado, 10 de agosto de 2013

RENOIR


El cine recurre periódicamente al mundo de la pintura y los pintores para inspirarse en sus historias. Por desgracia, pocas de esas historias se han convertido en buenas películas. Aunque estén contándonos la biografía –¡ah! ese es, quizás el problema- de un pintor apasionante, casi nunca consiguen transmitir lo que de verdad es el universo de ese artista. Da igual que la quieran contar toda o solo un trocito de  su vida. Renoir, de Gilles Bourdos tampoco lo consigue. La película se centra en el verano de 1915 cuando Pierre-Auguste Renoir, aquejado de una dolorosa enfermedad en las manos, casi no puede pintar y su hijo, Jean Renoir, se refugia en la casa familiar para recuperarse de una herida de guerra. Entre ambos se mueve la exuberante y desinhibida Andrée, última modelo del padre, primera esposa y actriz del hijo.
El paisaje del verano en la Costa Azul es la tela donde pintan estos tres personajes que, sin embargo, nunca consiguen evocar ni la sensualidad, ni el placer, ni la emoción  que algunos cuadros de Renoir tienen y que muchas películas de su hijo alcanzan casi sin esfuerzo.
Este Renoir de película tiene, además un problema diferente. Representar a un pintor pintando, como a un músico tocando, requiere una habilidad extrema por parte del director. Combinar la mano que pinta con el rostro del actor que simula pintar, no es nada fácil. Bourdos no solo no lo consigue, sino que provoca cierto rubor ver como el honorable Auguste pinta unos cuadros horribles que ¡ya están pintados!
Una última cosa respecto a esta película. Está basada en una novela titulada Le Tableaux amoreux escrita por Jacques Renoir, nieto de Auguste, hijo de Claude y sobrino de Jean. El parentesco le debía servir para contar esta biografía con un poco menos de banalidad y lugares comunes. Mas cuando hay dos libros estupendos de Jean Renoir,  Mi vida mis films y sobre todo Renoir, mi padre, donde la relación de ambos en ese verano tan especial en que murió su madre y apareció Dedée, está muy bien contada.
PD. Si quieren ver el universo de Renoir padre en cine, mejor que busquen  Le déjeuner sur l’herbe o Partie de campagne, de Renoir hijo.


viernes, 9 de agosto de 2013

REENCUENTROS

He vuelto a leer un libro y he vuelto a ver una película. Del libro me acordaba bien, mas de las sensaciones que me produjo que del argumento; de la película no me acordaba nada. Las dos cosas han sido experiencias estupendas. No solo por recuperarlas y disfrutarlas. No. Lo mejor ha sido descubrir que el paso del tiempo coloca las cosas en su sitio. Y que, cuando algo realmente es bueno, no importa que haya sido escrito o filmado hace muchos, muchos años.


Empiezo por el libro. Se titula Más que humano, es de Theodore Sturgeon y se publicó en 1953. Yo lo leí en 1971 en una edición de Minotauro del año 1968.  Es de ciencia ficción, aunque sería mejor definirlo de filosofía ficción. Sorprende comprobar la vigencia de su relato. Y la calidad de su escritura. Cuenta la historia de la formación de un ser que está un paso por delante del Homo Sapiens, el siguiente eslabón en la evolución de la humanidad. Un ser compuesto de la suma de diversos seres que individualmente no son nada, pero unidos configuran una nueva entidad. El libro en su primera parte cuenta el difícil proceso de encuentro y coengranaje de estas partes. La segunda parte es la toma de conciencia de su poder. La tercera, quizás la mas interesante, es la que plantea que este nuevo ser necesita tener una Moral y una Ética. La diferencia entre Moral y Ética es esencial. “Moral: código de la sociedad para la supervivencia del individuo. Ética: código del individuo para la supervivencia de la sociedad”. Aparte del placer de su lectura, de seguir con Lone, Janie, Bonnie, Beanie, Gerry y Hip su camino de perfección, esta lección de convivencia me parece de una actualidad absoluta en una sociedad en la que cada vez hay menos moral y menos ética.



En cuanto a la película, es una película pequeña de John Ford. Un divertimento, si hacemos caso de sus palabras. Se titula The Rising of the Moon, y es de 1957. Son tres historias irlandesas, presentadas por Tyrone Power. Tres historias que hablan, precisamente, de Moral y de Ética, sin perder en ningún momento el sentido del humor y algo muy importante: el sentido de la belleza. Belleza de los paisajes irlandeses en blanco y negro; belleza de las canciones que puntúan las tres narraciones; belleza de los finales felices. La dignidad, la solidaridad, la libertad acaban triunfando en cada uno de estos tres episodios basados en cuentos y piezas de Frank O’Conner, Michael J. McHugh y Lady Gregory. Es una película que recupera personajes, actores y situaciones de El hombre tranquilo, pero con la ligereza de un cuento. O mejor, de una canción. La canción The Rising of the Moon.


sábado, 3 de agosto de 2013

APUNTES A LOS ÚLTIMOS ESTRENOS

No me he ido de vacaciones. No. Pero no he tenido tiempo ni ganas de escribir nada.
Ahora recupero los estrenos de estas dos últimas semanas y hago un pequeño repaso vinculado a la mas rabiosa actualidad.

Keep the lights on. Ira Sachs
Una pasión destructiva, una relación adictiva. Elipsis arriesgadas para narrar el paso del tiempo y el amor de una pareja de gais en un Nueva York intelectual. Documento y autobiografía, memoria de cine. Un Teddy Bear mas que merecido.
(lo que la política de nuestro país necesita: dejar las luces encendidas)

Expediente Warren. James Wan
Casas encantadas, videntes con poderes, madres poseídas. Todo visto mil veces. Basado en hechos reales, -cada vez que sale este letrero me pongo a temblar-, esta clásica película de sustos  es a la vez “ligera y siniestra” en perfecta definición del crítico A. José Navarro.
(la sede del PP en Madrid estos días está poblada de fantasmas malvados)

Tu y yo. Bernardo Bertolucci
Trece años después de Soñadores y desde una silla de ruedas, Bertolucci dirige un film de cámara. Pequeño, austero, claustrofóbico. Dos seres encerrados sin ningún juguete mas que ellos mismos. Dos hermanos que se ayudan  a traspasar el rubicón de la edad responsable. Lástima, y eso es una apreciación personal, que el protagonista principal no me guste nada. Suerte de la canción de Bowie,  Ragazzo solo, Ragazza sola.
(Rajoy y Rubalcaba. Deberían encerrarse en un sótano a ver si conseguían dejarnos en paz)

Cautiva. Brillante Mendoza
Nunca Isabelle Huppert había sido tan maltratada como en esta película donde vive en la selva con serpientes, arañas, mosquitos y piratas nacionalistas que se dedican a secuestrar turistas y cooperantes.
(la sociedad española que intenta sobrevivir secuestrada por  toda clase de piratas que la atacan)

Lo que el día debe a la noche, Alexandre Arcady
Cine viejo ambientado en la Argelia francesa y durante la guerra de independencia. Una de las cosas mas difíciles en el cine es narrar el paso del tiempo en una historia que abarca la vida de una persona. Si el amor entre Jonás, el argelino y Emilie, la francesa, no llega nunca a consumarse, no es por sus orígenes, sino por una estupidez que destruirá sus vidas tontamente.
(lo que la política debe a la ciudadanía merecería un artículo aparte)

Solo el viento. Bence Fliegauf
Cine político en el mejor sentido del término. Cine de denuncia sin miedos. Un día en la vida de una familia gitana que quiere ser normal y está condenada a la tragedia. Casi un documental, con actrices no profesionales extraordinarias. Inspirada en hechos terribles que sucedieron en Hungría en el 2008.
(solo viento, eso es lo que nos queda después de esta semana de debates inútiles)